Por José María Vallejo.- El Fiscal Nacional del Ministerio Público, Jorge Abbott, tiene un largo prontuario de errores y cuestionamientos que revisten de duda su probidad, su capacidad en el cargo y su idoneidad para encabezar la institución que debe perseguir los delitos en Chile.
Sus cuestionamientos parten antes de ser el timonel de los prosecutores, cuando era fiscal regional de Valparaíso, ocasión en que -según se acusa- habría participado en la denegación de justicia en un caso de familia que afectaba a la sobrina del entonces Fiscal Nacional, su superior, Guillermo Piedrabuena. El caso escaló a tal punto que hoy tiene demandado al Estado de Chile en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, sin que se haya respondido, y arriesgando una condena a nuestro país.
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Luego, al postular a Fiscal Nacional, parten sus cuestionamientos por sus lazos y compromisos con políticos. En octubre de 2015, cuando se le evaluaba para ocupar el cargo, se descubre que sostuvo reuniones -que no informó- con una serie de senadores, incluyendo un encuentro en la propia casa de Guido Girardi.
Era un lobby de grandes proporciones y potenciales enormes consecuencias, no solo porque los senadores eran los que tenían que ratificar al Fiscal Nacional, sino porque en ese momento estaba en su peak el tema del financiamiento ilegal de la política, encabezado por el caso Penta y luego derivado en el SQM, que investigaba la modalidad de boletas falsas para encubrir aportes millonarios a candidatos.
Las investigaciones las llevaba el entonces Fiscal Nacional, Sabas Chahuán, en persona, y se suponía que las iba a continuar su sucesor, lo que incluía, entre otras cosas, las decisiones sobre a quiénes debía imputar, y qué penas debía pedir.
Al ser ratificado, Abbott prometió que daría pronto fin a los casos de financiamiento ilegal de la política. Y así fue. No hubo ningún político condenado a cárcel (el único con condena fue Jovino Novoa, pero quedó con pena remitida), la mayoría fue sobreseído o nunca imputado y se llegó a acuerdos; las empresas que reconocieron aportes pudieron rectificar ante el Servicio de Impuestos Internos y los más mal parados, los dueños de Penta, sólo fueron condenados a clases de ética.
Al conocerse el encuentro en la casa de Girardi, Abbott no tuvo más opción que admitirlo, pero omitió la presencia en el encuentro del abogado que en ese entonces llevaba la defensa del síndico Herman Chadwick en el caso Caval y del ex candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami, Ciro Colombara.
Durante su lobby para ser ratificado al frente de la Fiscalía Nacional, Abbott también se reunió con el actual ministro de Justicia, Hernán Larraín, cuando éste era senador. Fueron dos encuentros reconocidos, uno antes y otro después de ser nombrado fiscal nacional. El más cuestionado fue el que sostuvo para tratar el caso de Iván Moreira en el caso Penta, donde finalmente se llegó a un acuerdo entre el senador imputado y el Ministerio Público.
El caso Penta, de hecho, constituía otro pecado original para Abbott, pues se trata de un caso en que no se inhabilitó pese a estar relacionado familiarmente con el actual ministro de Desarrollo social, Alfredo Moreno, que era presidente del directorio de Penta. Y eso que lo había prometido en su discurso ante el Senado.
Luego, se supo sobre la reunión de Abbott con el senador Juan Pablo Letelier en noviembre del año pasado el mismo día en que la máxima autoridad del Ministerio Público le quitó a los fiscales de O’Higgins la causa por irregularidades en los nombramientos de cargos en el Poder Judicial de la jurisdicción.
La seguidilla de errores y cuestionamientos siguió tras eso. Abbott se encontró con las acusaciones cruzadas de los fiscales de Rancagua sin hacer absolutamente nada y, en medio de eso, firmó un acuerdo con la Conferencia Episcopal garantizando el secreto de los procesos y procurando que la iglesia aportara en las investigaciones. El acuerdo fue duramente cuestionado tanto por sus intenciones, su origen, su legalidad y sus consecuencias potenciales, que el Fiscal Nacional debió dejarlo sin efecto en pocos días.
¿Qué más hace falta para que Jorge Abbott deje la Fiscalía Nacional?