Por Sergio Salinas Cañas.- Durante la segunda mitad del siglo XIX el grabado surgió en Chile como una manifestación artística, pero no fue sino hasta 1931 que, con la creación del Taller de Artes Gráficas de la Escuela de Artes Aplicadas de Santiago, comenzaron a surgir los primeros grabadores chilenos. Uno de ellos fue el pintor Marco Bontá Costa, hijo de inmigrantes italianos, quien nació en Santiago el 1º de noviembre de 1899. La obra pictórica y gráfica de Bontá se vincula a la llamada Generación del Trece, aun cuando la crítica especializada le reconoce una mayor autonomía estilística, ya que en sus temáticas se aprecia un interés por rescatar los valores propios del costumbrismo latinoamericano. En 1946 publicó el estudio crítico Cien años de pintura chilena. Pero lo más trascendente de su trabajo como gestor cultural, es la fundación del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile, el cual dirigió desde 1947 hasta 1962. Una vez retirado, continuó pintando algunas obras hasta su muerte, ocurrida el 21 de noviembre de 1974.
Bontá fue un “defensor de la modernidad” siendo partidario de que la Academia se abriera a las nuevas vanguardias. Para el artista, el pintor no solo apelaba a la difusión del modernismo en Chile, sino que también a la autenticidad de los artistas en sus procesos creativos. Por eso fue muy crítico con los pintores que copiaban las ideas de los grandes artistas modernos europeos. En uno de sus textos, señaló que “Es proverbial la noble decisión de Matisse, que cerró definitivamente las puertas de su academia al percatarse de que sus alumnos se habían convertido en vulgares imitadores de su pintura”.
Esta es parte de la historia de uno de los principales pintores modernos chilenos, contenida en el libro, recientemente editado, La Negritud en la Obra Artística de Marco Bontá Costa, Editorial ALBA, escrito por el Doctor en el Estudio de las Sociedades Latinoamericanas, David Muñoz Condell. En el libro, el autor analiza en el Capítulo 1, los orígenes del grabado; en el Capítulo 2, el desarrollo del grabado en Chile; en el Capítulo 3, la enseñanza del grabado, con especial atención en los maestros Marco Bontá, Carlos Hermosilla Álvarez, Carlos Antúnez., la Escuela de Bellas Artes y el Taller 99; en el Capítulo 4, analiza el grabado en la obra artística de Marco Bontá; La Generación del 13; La fundación del Museo de Arte Contemporáneo y la Colección de grabados de Marco Bontá.
Recordemos que a lo largo del siglo XX en Chile muchos artistas promovieron de forma activa el grabado, contribuyendo con ello al proceso de legitimación y consolidación de esta técnica dentro de los circuitos artísticos. Entre los primeros artistas chilenos que convirtieron el grabado en eje central de sus estrategias de producción se encuentra Carlos Hermosilla Álvarez, quien comenzó su trabajo gráfico hacia 1927 en la revista literaria Litoral, donde sus imágenes, principalmente retratos de personajes de la vida política chilena e internacional, acompañaron los textos. Otra de las figuras fundamentales del grabado contemporáneo chileno es Eduardo Vilches. Arquitecto de formación, su trabajo se centra exclusivamente en el grabado, disciplina a partir de la cual desarrolló un cuerpo de pensamiento y una metodología de enseñanza que transmitió a sus estudiantes en el Taller de Artes Gráficas de la Universidad de Chile y en el Taller de Grabado de la Escuela de Arte de la Universidad Católica. Fue uno de los miembros fundadores del Taller 99. Además de las figuras mencionadas, cabe destacar nombres como los de Santos Chávez, cuyos grabados en madera mantienen una fuerte relación con el imaginario de la cultura campesina popular, y Pedro Millar, quien fue responsable del desarrollo de la enseñanza del grabado en la Escuela de Arte de la Universidad Católica de Chile.
Entre ellos, destacó Marco Bontá Costa, quien comenzó sus estudios artísticos a los quince años, al ingresar a la Escuela de Bellas Artes en 1913. Fue alumno de Ricardo Richon Brunet, Juan Francisco González y Fernando Álvarez de Sotomayor. Entre 1918 y 1919 trabajó como dibujante del diario La Unión de Valparaíso y en la casa comercial Gath y Chávez. En 1927 obtuvo el Premio Bolsa a Europa o Premio Chile del Ministerio de Educación, para perfeccionarse en Europa. Cursó estudios de arte en Holanda, Bélgica, Italia, Alemania, Francia y España. A su regreso a Chile en 1931, fue nombrado profesor jefe del primer Taller de Grabado de la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile. Luego ejerció como profesor de Composición y Estilos en la carrera de Pedagogía en Artes Plásticas y Trabajos Manuales de la Facultad de Filosofía y Educación. En 1932 fue Miembro de la Comisión Reorganizadora de la Escuela de Bellas Artes, en representación de los artistas. En 1938 fue contratado por el gobierno de Venezuela para organizar la enseñanza de las Artes Aplicadas en ese país, donde permaneció hasta 1943. Su labor allí fue trascendental para las cátedras de Grabado, Pintura Mural y Vitral. En 1945 fue elegido presidente de la Asociación Chilena de Pintores y Escultores continuando en Chile una extensa labor como profesor, teórico, promotor de las artes plásticas y ensayista para publicaciones especializadas, sin dejar de lado su carrera pictórica. Fue el primer director del Instituto de Extensión de Artes Plásticas de la Universidad de Chile.
Para Bontá un artista debería ser un pintor, un geómetra y un arquitecto. En 1943, señaló al periodista José Ratto Ciarlo, en la inauguración de su exposición de los paisajes venezolanos en el Museo de Bellas Artes en Caracas, que “El cuerpo humano es todo un sistema arquitectónico”.
El 16 de agosto de 1947 se inauguró el Museo de Arte Contemporáneo (MAC). En su discurso el Rector Juvenal Hernández enfatizó que el evento ocurría en el “Partenón”, primer edificio construido especialmente para museo de arte en el país, y por lo tanto documento concreto de la historia del arte chileno. Así el nuevo museo articulaba el presente artístico sobre la base de encontrar el pasado, sin perder la traza de la tradición y de paso convertía a la Universidad en reserva de la conciencia histórica del arte en Chile.
La denominación “Museo de Arte Contemporáneo” proviene de la voluntad manifiesta de coleccionar y exhibir el arte producido de 1900 en adelante a fin de mostrar al país un conjunto lo más representativo posible de la producción viva de los artistas plásticos. Siguiendo el espíritu del concepto de “museo vivo”, alentado por la Comisión Internacional de Cooperación Intelectual, y coherente con el pensamiento de sus creadores, se quiso que el MAC fuese contemporáneo con la actualidad de la producción artística misma, pero sin desconectarse de la historia del arte chileno, ni de la tradición del arte occidental.
Y haciendo pleno sentido con la idea de que un museo de arte contemporáneo debería “estar en manos de los propios artistas”, fue puesto bajo la dirección de un consejo compuesto tanto por académicos de la Facultad de Bellas Artes y representantes de los otros museos de arte, como de las organizaciones gremiales de artistas, las que en un comienzo fueron la Asociación de Pintores y escultores de Chile, la Federación de Artistas Plásticos de Chile y la Sociedad Nacional de Bellas Artes. La exposición inaugural del MAC reunió obras de 117 artistas chilenos y extranjeros, donadas o prestadas por sus autores y por los coleccionistas. Esta exposición constituyó la base de su colección inicial, incrementada durante los años siguientes con donaciones y adquisiciones, buscando no perder su perfil original de actualidad y diversidad. Un año más tarde, en 1948 se decidió dividir la Facultad de Bellas Artes y se crearon la Facultad de Ciencias y Artes Musicales y la Facultad de Ciencias y Artes Plásticas.
En 1963, Marco Bontá Costa fue nombrado Miembro de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile y en 1964 fue distinguido como Miembro de Número de la Academia de Bellas Artes del Instituto de Chile. Desde ese año, además, se encargó de dirigir las escuelas de temporada de la Universidad de Chile a lo largo del país y a organizar diversas exposiciones propias y de otros artistas.
Desde el año 1990, la Fundación Marco Bontá organiza concursos para artistas jóvenes.
Sergio Salinas Cañas es Doctor en Estudios Latinoamericanos