Por Juan Medina Torres.- Una ordenanza de la prefectura de Yamagata, en el norte de Japón, estableció como obligación de los residentes “esforzarse por mantener la salud física y mental a través de la risa, por ejemplo, sonriendo al menos una vez al día”.
El Gobierno local convocó a las empresas para que fomenten “un ambiente de trabajo lleno de risas” y estableció el 8 de cada mes como el “día de la risa”.
Lo dictaminado se sustenta en una investigación realizada durante cinco años por académicos de la Universidad de Yamagata, que contempló la participación de 17.152 personas mayores de 40 años, el cual destacó los beneficios que produce la risa, entre los cuales se mencionan que la risa prolonga la vida, libera endorfinas, aumenta la frecuencia cardiaca, disminuye el cortisol. En definitiva la risa tiene efectos positivos en nuestra salud física y mental.
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La risa ha sido tema para diversos pensadores. El filósofo Francés Henry Bergson en su obra “La Risa”, dice que “muchos han definido al hombre como un animal que ríe. Habrían podido definirle también -dice Bergson- como un animal que hace reír”.
Para comprender la risa, dice Bergson, hay que reintegrarla a su medio natural, que es la sociedad, determinando ante todo su función útil, que es una función social y agrega que la risa debe responder a ciertas exigencias de la vida común y reitera que debe tener una significación social.
Sin embargo, a pesar de que la risa pertenece a nuestra naturaleza de seres humanos, conforme nos vamos haciendo adultos, nos reímos menos. El estrés, las normas sociales de contención emocional (a veces, se asocia la risa con falta de responsabilidad, inmadurez..), la pérdida de la espontaneidad…
También, hay que considerar que actualmente los adultos nos aislamos más y no interactuamos en contextos sociales que facilitan el humor. Otro factor es la evolución de nuestros gustos y preferencias humorísticas a lo largo de la vida. Asimismo, es posible que el estrés o las preocupaciones no nos dejen ver la parte “divertida” de ciertas situaciones.
Otra situación parecer ser que nos contagiamos demasiado con la seriedad que presupone la adultez. Por ello, la ordenanza de Yamagata en el Japón es una invitación a entrenar la risa igual que lo hacemos con nuestro cuerpo.
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