Talentoso, impredecible y original. Viajero impenitente, dejó de existir el periodista más famoso y controvertido de la Argentina. Ganó todos los premios y no gustaba de los trabajos estables. Cuando no estaba en la Radio o la TV, era porque ya estaba formando un nuevo diario… o una revista.
Por Jorge Abasolo.- La salud de Jorge Lanata ya venía siendo un tema de absoluta preocupación. Se encontraba internado en el Hospital Italiano desde hacía ya cuatro meses, combatiendo un complejo cuadro médico que había mostrado varios vaivenes.
Jorge Lanata, el periodista más famoso de Argentina, murió el lunes 30 de diciembre, a la edad de 64 años. Célebre por los escándalos de corrupción que destapó, pero también por su estilo polémico y mordaz, Lanata cosechó una legión de admiradores y enemigos sin igual.
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La necesidad de un periodismo crítico
Jorge Lanata fue el periodista de mayor prestigio en su país. Desde 1987, año en que fundó el diario Página 12, acredita una prestigiosa carrera periodística en diversos medios gráficos, radiales y televisivos de la Argentina, donde llegó al apogeo de su popularidad.
Por lo mismo, cuesta creer que el periodista más afamado, prestigioso y adinerado de la Argentina haya intentado suicidarse en más de una oportunidad. Lo que no pudo lograr deliberadamente, lo consiguió la imperturbable naturaleza.
El mismo de la frondosa imaginación, el irreverente con o sin causa, el de las entrevistas impertinentes, al borde de la impudicia, el enemigo número uno de la anomia cultural y el que aborrecía de la estulticia humana.
Como para preguntarse por el sentido de la vida, para sumergirse sacando de insuficientes premisas la suficiente cantidad de conclusiones. De ello es fácil inferir que el éxito y el dinero son dos conceptos tan acariciados como tramposos.
¿Cómo fueron los hechos?
Quince minutos antes del año nuevo de 1998, Jorge Lanata, el periodista más odiado y admirado de la Argentina, pensó en terminar con su vida por segunda vez.
Se encontraba solo, atormentado, melancólico y algo aturdido existencialmente.
Miraba el cielo atiborrado de pirotecnia desde el balcón terraza del piso 26 de su departamento, en el corazón del barrio Belgrano.
Tenía 37 años y una Smith & Wesson calibre 38, lista para ser utilizada. Al lado del arma, sobre una pequeña mesa de metal, había un papelillo repleto de cocaína “de la buena”, una botella abierta del apetecido champagne francés Veuve Clicquot y unas cuantas cajetillas de Benson&Hedges y Parliament.
A pesar de la angustia, Lanata se había vestido para la ocasión: traje negro, camisa blanca impecable, corbata negra y zapatos nuevos.
Circunstancias adventicias –que darían para un libro- salvaron la vida de este formidable periodista argentino, de personalidad inclasificable y siempre con un proyecto nuevo bajo el brazo.
Una entrevista con Lanata
Jorge Lanata tuvo la gentileza de invitarme a Radio Mitre (ver foto) donde tenía el programa más escuchado de la Argentina.
La entrevista fue realizada justamente en Radio Mitre, donde todas las mañanas encabezaba un grupo que se podía jactar de mantener el programa más escuchado de la Argentina; y donde el autor de esta nota tuvo la ocasión de ser invitado.
En su salsa
– ¿Qué es lo que hace que una entrevista sea buena?
– Una entrevista es un juego de seducción en el que uno espera que el otro cuente lo que no quiere contar.
– ¿Lee las entrevistas que le hacen?
– A veces las leo. De todas maneras, me encantaría no leerlas porque sería menos ególatra. Y además sería muy bueno poder tener al lado una crítica de algo que vos hiciste e ignorarla.
– Su estilo de entrevistador oscila entre la irreverencia y la audacia. ¿Cree que a veces ha sido mal educado con sus entrevistados?
– Al contrario, creo que muchas veces debería mandar a los entrevistados a la mierda y no lo hago. A veces soy demasiado cortés. Yo entrevisto a muchos hijos de puta. Si lo pongo en términos profesionales, sé hacer una nota reverente, pero elijo hacer esas notas. Si digo malas palabras no es porque no se me ocurran otras. Se me ocurren otras, y sin embargo elijo decir malas palabras. Es decir que elijo la forma de comunicarme con la gente.
Identidad nacional
– Aunque no hay un ser nacional inflexible ni entelequia parecida, podemos echar mano a la aproximación. Entonces, sí existe un arquetipo de argentino y su modelo sería el porteño, el bonaerense. En pocas palabras, ¿cómo es el argentino?
– El ser argentino se identifica místicamente con el personaje que ha elegido y se aleja de la orilla de su propio ser natural. Esa pose le sirve para huir de la realidad. Los argentinos actuamos nuestro destino…hemos vivido creyendo que somos lo que queremos ser.
Somos una semilla viviendo una vida de árbol. No es casualidad que nuestro juego nacional de naipes sea el truco… ahí los sueños y la realidad son equivalentes y sólo el coraje vacío, sin cartas, la impostura, superan al juego mismo. Importa que el jugador se crea ese juego que no está, pero que le permitirá ganar.
– Acerca de esa sensación de excesiva seguridad que transmite el argentino se han hecho hasta chistes y chanzas. Esa personalidad aparentemente avasallante ha llamado la atención de muchos pensadores. Ya en 1929 José Ortega y Gasset -que vivió un tiempo en Buenos Aires- escribía que el argentino es demasiado Narciso. Se trata de un tipo que vive absorto en su propia imagen…
-Hay mucho de verdad en eso. La obsesión por la belleza en la sociedad argentina ha contribuido a desarrollar el arquetipo de la mujer objeto.
Ahora, en la conducta machista tradicional, el amor acá en la Argentina el amor está desplazado por el sexo. Es de machos tener a una mina, poseerla. Si uno se enamora, se rebaja a la categoría de dominado, de gil, de maricón. El macho argentino se compromete solo en la cama. Pero eso no es amor, es sólo sexo.
Tiene razón Ortega…sin duda, hay mucho de narcisismo en el argentino.
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