Por Felipe Rivera Pradenas.- En la actualidad se observa un creciente llamado de la sociedad para que las empresas asuman una mayor responsabilidad ambiental.
Resulta preocupante que la ciudadanía perciba que sólo el 39% de las organizaciones cumplen ese rol, constatando una brecha significativa entre la realidad empresarial y las expectativas de la población. Por consiguiente, resulta fundamental establecer una coordinación efectiva entre ambas perspectivas.
La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) representan una visión transformadora para lograr la tan anhelada sostenibilidad económica, social y ambiental. Esta ambiciosa agenda brinda una oportunidad inigualable para América Latina y el Caribe.
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Sin embargo, el éxito de esta iniciativa depende de la participación de todos los sectores de la sociedad, incluyendo los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y el público.
En el contexto nacional, gran parte de las instituciones toman decisiones sobre sus lineamientos empresariales de manera centralizada, sin involucrar a todos los niveles de la organización. Esto refleja las brechas existentes en términos de poder, propósito y conexión con el entorno.
Es esencial que tanto las y los trabajadores, como los directivos, internalicen el propósito empresarial de manera equitativa. De hecho, el 96% de ellos considera que el propósito es primordial para el éxito de su compañía.
La evidencia comparada demuestra que las empresas que adoptan una razón de ser centrada en los tres pilares (económico, social y ambiental) mejoran un 17% sus resultados financieros, aumentan un 52% la fidelización de sus clientes y logran incrementar su productividad en un 72%.
Este escenario plantea un posible camino para abordar los desafíos ambientales y alcanzar un desarrollo sostenible, donde es prioritario que la industria asuma su responsabilidad y colabore con otros actores de la sociedad.
Asimismo, para lograr una implementación efectiva de la Agenda 2030 y los ODS, las organizaciones deben valorar a sus partes interesadas, gestionar su marca y establecer con convicción su propósito empresarial, fomentando una cultura de sostenibilidad. Sólo así podremos construir un futuro más próspero y equitativo para las generaciones venideras.
Felipe Rivera Pradenas es académico de la Escuela de Ingeniería de la U. Central
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