Por Hugo Cox.- A nivel global vemos un cambio de ciclo histórico que avanza en forma paulatina. Algunos elementos que se pueden visualizar son el vertiginoso avance de la tecnología, una lucha en pleno desarrollo por quién asume el liderazgo de la economía mundial (China, EE.UU. o un bloque de países) mientras el mapa en Europa -guerra de por medio- se reconfigura. Estas variables tienen un fuerte impacto en el plano local.
El cambio de ciclo histórico y el cambio de ciclo político son conceptos que están interrelacionados y se expresan de diferentes maneras en la sociedad. Aunque los términos no tienen una definición universalmente aceptada, en general se refieren a períodos de cambios significativos en la historia y en el sistema político de una nación o una región.
Ver también:
Cambio de ciclo histórico
Cambio de ciclo político
Es esencial recordar que los cambios de ciclo histórico y político pueden ser procesos complejos y que los factores que los impulsan pueden variar según el contexto cultural, social y económico de cada lugar. Estos cambios pueden llevar tiempo para desarrollarse y pueden tener implicaciones a largo plazo para la sociedad en su conjunto.
En el Chile actual asistimos en forma lenta a un cambio en el ciclo político, no así aún al cambio del ciclo histórico.
El ciclo político que nace con la crisis que se expresa en octubre de 2019 ha ido perdiendo forma y nace un Chile que, como lo expresa la última encuesta del CEP, da un giro al conservadurismo, al menos de parte de una porción significativa de la sociedad, que empieza a privilegiar valores como la autoridad, la firmeza y la seguridad de las familias.
Incluso se observa una visión mayoritaria de que para resguardar la seguridad se pueden sacrificar libertades, pero que no se identifica con partido político alguno. Además, hay una parte de la sociedad chilena que evoluciona hacia el liberalismo, tanto valórico como cultural, y que sigue desconfiando de las instituciones públicas y privadas (salvo Carabineros, PDI y las Universidades).
En Chile, con la cultura woke, las políticas identitarias y la dispersión en las redes sociales se está perdiendo la idea de unidad, de lo colectivo, de lo sagrado que debe revestir a las instituciones y una burocracia técnica que no cambie con el gobernante. Los consensos básicos, por momentos, parecen estar perdiéndose.
Lo anterior lleva al tema de las redes sociales, donde hay una sobre representación de los extremos. A los moderados le produce cansancio la pelea permanente, mientras el extremo no se amilana con nada y los extremos se fortalecen recíprocamente, porque tienen a sus enemigos hablando y vociferando, lo que alimenta a sus huestes para que también vociferen y se levanten.
En esa lógica, los que dicen “no estoy de acuerdo con ninguna de las dos partes”, no están dispuestos a hacer política. Ese es un peligro muy grande para la sociedad porque la gran diferencia entre los extremos y el medio es que los extremos son muy emocionales y generalmente utilizan el miedo y el odio, mientras que la gente más razonable tienen emociones profundas como la solidaridad, que aunque son muy importantes en la sociedad no movilizan tanto.
En un nuevo Alejandrario, Alejandro Félix de Souza repasa las virtudes de la moral kantiana…
“Se requiere que la derecha ordene sus liderazgos, construya unidad y claridad de quienes integran…
La historia no se repite, y las supuestas repeticiones son una caricatura, un remedo, dice…
El académico Fernando de la Cuadra analiza la trama bolsonarista detrás el atentado a la…
Joaquín Mora Valles fue uno de los 13 competidores chilenos en el Mundial de Ajedrez,…
Es probable que el triunfo de Trump sea la escritura en la pared de la…