Categorías: Opinión

Panorama post plebiscito

Por Hugo Cox.- Existe un dicho que reza: las elecciones no se ganan, se explican. Ha pasado una semana desde que se inició la otra etapa que es parte de un largo viaje cuyo final es elaborar una nueva constitución que permita a Chile encontrar un camino para ser un país con menos desequilibrios y más justicia.

El 25 de octubre pasado se cumplió el primer hito tras un camino lleno de complejidades, y la ciudadanía abordó ese día con la tranquilidad de encontrarse una vez más con su historia y la resolución de los conflictos complejos vía acto eleccionario.

Las explicaciones con respecto al resultado han sido muy variadas y los hechos han dejado en claro una serie de fenómenos que, si bien se sabía que estaban presentes, quedaron ahora completamente al descubierto.

1) La primera constatación que surge es que la polarización de que nos hablaban los medios no ha existido nunca y mucho menos dividido como lo afirmaban en la prensa escrita, televisión y algunos medios radiales. Sin embargo, lo que surge del acto eleccionario es que el 78,24% pide cambios, exigiendo un país más justo y representativo de Chile. Por otra parte, solicita un Estado Social que garantice derechos básicos y el vivir en un país sin conflictos ambientales, con acceso digno a la salud y a una educación de calidad, con acceso a una jubilación digna. En síntesis, es vivir con dignidad.

Esta mayoría pide una nueva constitución que dé paso a un nuevo pacto social, donde una minoría deje de imponer su pensamiento a una mayoría y que los medios hagan eco que el 21,76% no puede ser equivalente al 78,24% y, por lo tanto, que el país no estaba dividido.

2) Otro elemento que desnudó el resultado del plebiscito es que la derecha derrotada se encuentra en un lugar geográfico determinado, que es donde vive y realiza su existencia (Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea). En ese sector ganó el rechazo, pero con alta disidencia, ya que posiblemente los sectores jóvenes de esa zona, desde el punto de vista de las visiones morales, se apartan cada vez más de lo cánones conservadores, aceptan el siglo XXl en toda su complejidad, como por ejemplo en el tema de la diversidad sexual, la vida en pareja, el aborto en sus tres causales, el divorcio, etc.

El rechazo pierde por su soberbia económica, por un temor atávico al cambio y por una desconexión absoluta con la realidad social mayoritaria en Chile.

Lo anterior recuerda la leyenda urbana en plena revolución Francesa, cuando a María Antonieta le avisan de la rebelión del pueblo por la falta de pan y que había hambre. Ella habría dicho “que coman tortas”. Este relato refleja la enorme distancia entre las élites económicas y el resto de la sociedad, situación que no es nueva en nuestro país. Existe un relato del historiador Sergio Villalobos que grafica que en plena cuestión social en Chile, la burguesía se reunía en sus clubes, muy tranquilos, ya que un miembro de ellos a quien asignaban gran credibilidad afirmaba que la cuestión social no existía.

3) En términos recientes, cabe recordar las frases con que llegó Piñera: “Somos una nueva derecha sin complejos”; “gobernaremos con nuestras ideas”; etc. Lo anterior se debe a que la derecha analiza el triunfo como un gran respaldo al modelo económico neoliberal y, por lo tanto, para ellos el malestar social no existe, desconociendo la realidad concreta y subjetiva de la sociedad que lleva a la actual situación del país.

La miopía política antes descrita lleva al estallido social y al triunfo del Apruebo en el plebiscito.

El triunfo de Piñera obedeció, en su momento, a la falta de participación electoral. Hoy surge la posibilidad histórica de superar el modelo de desarrollo neoliberal.

Lo que viene

Viene un período de mucho debate y confrontación de posiciones, y será la ciudadanía la que, a través de un plebiscito de salida, sancionará la nueva constitución.

Uno de los primeros temas a resolver es cuál va a ser el andamiaje institucional que sostendrá al nuevo Estado para el nuevo Chile a construir, y esto parte por discutir, en primer término, qué régimen político tendrá Chile: ¿seguirá siendo presidencial o será semi presidencial o parlamentario? En segundo término, cuál será el sistema electoral: ¿Será proporcional o semi proporcional, como en la actualidad? ¿O será mayoritario? ¿Cuál será la futura repartición del poder entre regiones y Santiago?

Una vez zanjando lo anterior se pueden discutir los otros temas evitando que esta discusión se transforme en una discusión que no lleve a ningún puerto.

Alvaro Medina

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