ELPensador.io.- Luego de que la totalidad de los obispos chilenos pusieran sus cargos a disposición del Papa, el Sumo Pontífice católico, Francisco I, aceptó sacar de su cargo a sólo 3 de los 31 pastores en ejercicio en Chile.
Se trata de los obispos Juan Barros (de Osorno), Cristián Caro (de Puerto Montt) y Gonzalo Duarte (de Valparaíso), designando en sus diócesis a administradores apostólicos a la espera de nuevos nombramientos.
De Barros era un hecho. Su implicancia en la red del sacerdote Fernando Karadima lo había puesto en el ojo de las críticas de los fieles laicos. Junto con eso, significó el ridículo del Vaticano, y personalmente del Papa, al salir dos veces en su defensa, supuestamente con datos falsos. Una fue en 2015, cuando Francisco calificó la revuelta de los católicos de Osorno como un movimiento “zurdo”, y la segunda fue en el verano pasado, cuando en una salida de protocolo ante la prensa negó que hubiera pruebas contra Barros y calificó las acusaciones de ser uno de los encubridores del sacerdote abusar como “calumnias”.
Cristián Caro, por su parte, fue uno de los defensores de la posición del Papa en 2015 al calificar a los osorninos de zurdos y criticó públicamente que se interrumpieran las misas de Barros en la catedra sureña. Caro tenía una posición privilegiada y cercana al Vaticano gracias a su estrecha relación con el cardenal Francisco Javier Errázuriz, y de hecho fue su invitado especial a su entronización como purpurado en 2001.
Pero, además, se ha denunciado que tenía estrechas relaciones con Karadima y lo visitaba con frecuencia en la Parroquia El Bosque. “En los años 80, siendo Caro vicerrector del Seminario Mayor de Santiago, tenía una especial preocupación y cuidados con todos los seminaristas que llegaban de la Parroquia El Bosque, eran los “muchachos de Karadima” que tenían la vocación y el perfil ideal para que a futuro fueran obispos de diócesis chilenas. Y, así fue con los residentes e íntimos de Karadima; Andrés Arteaga, auxiliar en Santiago, Tomislav Koljatic, en Linares, Horacio Valenzuela en Talca, Juan Barros en Osorno y ¿por qué no, Cristián Caro de auxiliar en Santiago al arzobispado de Puerto Montt? Era el tiempo de la sólida y fructífera alianza entre Errázuriz en Chile y Sodano en Roma”, dice el sitio Evangelizadoras de los Apóstoles.cl, en una nota de 2016.
Respecto de Gonzalo Duarte las denuncias son más severas. Hay acusaciones de un grupo de seminaristas desde 2010 en torno a abusos de poder y abusos sexuales que no habría sido escuchadas por las autoridades eclesiásticas.
¿Y por qué los otros no?
La aceptación de las renuncias se produce a 24 horas de la llegada de la misión especial del Vaticano encabezada por el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y el sacerdote español Jordi Bertomeu, quienes llegan por segunda vez a Chile a revisar las situaciones de abuso sexual en la Iglesia.
Esta vez, van directamente a la diócesis de Osorno, pero no se descarta que intervengan y desarrollen lo que se ha llamado en el Vaticano una “segunda fase” en la intervención sobre la Iglesia Chilena. Esta nueva etapa incluiría al menos dos nombres más: el actual arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati (quien ha sido acusado de encubrir los abusos de Karadima), y el obispo de Linares, Tomislav Koljatic, que “nació” en la Iglesia al alero del sacerdote.
Fuentes eclesiásticas señalan que el movimiento no sería mucho mayor que ese y que el Papa Francisco no removería a la totalidad de los prelados, pese a los compromisos de cambio frente a las víctimas de Karadima con las que se reunió en el Vaticano. Señalan que se quiere evitar una sensación de caos, y que con la próxima salida de Ezzati y el nombramiento de personeros más probos y con mayor carisma, esperan encabezar un proceso de cambio con carácter decidido, pero gradual. Para este proceso, suenan nombres como el del obispo auxiliar de Santiago, Fernando Ramos (sería un rostro “conocido”, pues ya ha sido el vocero de la Conferencia Episcopal en medio de todo el vendaval) y el obispo Galo Fernández, que ha estado al frente de la pastoral juvenil.