
Por Pamela Riquelme.- Pedir una hora médica, postular a un bono o matricular a un hijo en el colegio ya depende de una pantalla. Lo que antes se resolvía con un formulario en papel hoy requiere conexión a internet y habilidades digitales. En Chile, más del 60 % de las personas mayores de 60 años no usa la red, y solo una minoría realiza trámites en línea. Este cambio silencioso revela algo de fondo: la ciudadanía digital ya es una puerta de entrada al ejercicio de derechos.
La inteligencia artificial y la educación digital no son temas técnicos; son una cuestión de equidad. Aunque más del 90 % de los hogares tiene conexión, solo la mitad de la población posee habilidades digitales básicas. Esa brecha define quién puede estudiar, trabajar o participar en las decisiones públicas. Alfabetizar digitalmente significa mucho más que aprender a usar un celular: es comprender, evaluar y crear con criterio ético y sentido social.
En muchos rincones del país, las historias se repiten: adultos mayores que enfrentan dificultades para hacer trámites, estudiantes que comparten un único dispositivo en casa, mujeres que emprenden por redes sin formación en seguridad. Programas de alfabetización digital y redes comunitarias intentan acortar esa distancia, para que nadie quede rezagado en una sociedad cada vez más conectada.
Chile avanza en inteligencia artificial y destaca en la región, pero la innovación todavía beneficia a pocos. La IA puede mejorar la atención de salud o personalizar el aprendizaje, pero también puede reforzar prejuicios cuando los algoritmos se entrenan con datos sesgados. De ahí la importancia de una regulación ética, transparente y participativa que garantice que el progreso tecnológico se traduzca en bienestar social.
El Plan Nacional de Ciudadanía y Alfabetización Digital y el Marco de Acción para la Transformación Digital de la Educación buscan formar docentes, mejorar la conectividad y fortalecer el uso ético de la inteligencia artificial. Son pasos necesarios para que la tecnología deje de ser un privilegio y se convierta en un derecho habilitante para todas las personas.
Pensar en el futuro puede parecer un lujo, pero es un ejercicio urgente. Imagina tu vida dentro de diez años: tu hogar, tu trabajo, tus relaciones en un mundo aún más digital. ¿Qué tipo de sociedad estaremos construyendo si no nos preparamos hoy? La transformación digital es el cimiento de las decisiones que tomamos cada día para que ese futuro sea más justo, seguro y humano.
Pamela Riquelme es directora de Transformación Digital Educativa, U.Central
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