Orden y solidaridad no son sólo valores en disputa, sino fuerzas históricas que moldean el alma del país. Desde la república conservadora hasta el estallido social, Chile busca un equilibrio que reconcilie autoridad y justicia social.
Por Hugo Cox.- “El partido político que logre levantar un líder en que el 50 % sea Portales y el otro 50 % sea el Padre Hurtado”. Alfredo Mayol.
Esta frase nos invita a tener presente el Chile de ayer, especialmente cuando el presente se muestra brumoso y el futuro no está claro. El pasado nunca nos abandona. Tiene la capacidad de cambiar su figura y de producir una metamorfosis profunda.
Esto se debe a una combinación de factores históricos, políticos y sociales que no son demandas pasajeras, sino una tensión permanente en la vida del país.
Factores históricos y políticos que explican esta tensión
- El legado de la inestabilidad y el autoritarismo
Chile, a lo largo de su historia, ha atravesado períodos de profunda inestabilidad y crisis, lo que ha generado una valoración histórica del orden como sinónimo de estabilidad y progreso.
- Fundación de la República: Tras la independencia, hubo décadas de desorden político. La Constitución de 1833 y el posterior período conservador (1831–1861) establecieron un orden fuerte y centralizado que, si bien limitó las libertades, proveyó la base para el desarrollo económico y la imagen de Chile como un país estable en la región.
- Dictadura militar (1973–1990): El régimen se justificó e impuso bajo la promesa de restablecer el orden perdido tras la crisis política y económica de la Unidad Popular. Este período reforzó la idea de que el orden es un valor supremo, incluso si se alcanza por medios autoritarios.
- La “cuestión social” y el origen de la solidaridad
La solidaridad surge como respuesta a las profundas desigualdades sociales y económicas que han marcado a Chile desde el siglo XIX.
- Movimiento obrero y mutualismo: A principios del siglo XX, el movimiento obrero se organizó a través de mutuales y mancomunales para fomentar la solidaridad proletaria ante la precaria legislación laboral y la ausencia de un Estado de bienestar robusto.
- Rol de la Iglesia y la sociedad civil: Durante la dictadura, instituciones como la Vicaría de la Solidaridad jugaron un papel crucial, brindando apoyo y defensa a las víctimas de la represión. Esto cimentó la solidaridad como acto de resistencia y pilar ético frente a la opresión.
- Postdictadura y desigualdad: A pesar del crecimiento económico, el modelo chileno ha sido criticado por su alta desigualdad. Esto mantiene activa la demanda por solidaridad mediante políticas sociales más equitativas y la necesidad de un Estado social que garantice derechos básicos —salud, educación, pensiones— buscando un “bien común” que trascienda el individualismo del mercado.
Tensión y equilibrio
La exigencia permanente de ambos valores se manifiesta en una tensión constante en la sociedad chilena:
- Orden vs. participación/libertad: La demanda por orden a menudo choca con los movimientos sociales y las protestas ciudadanas que exigen cambios. El estallido social de 2019 es un ejemplo donde una parte de la sociedad prioriza la seguridad y el orden público, mientras que otra exige un cambio estructural mediante la movilización.
- Solidaridad vs. individualismo/subsidiariedad: Históricamente, el modelo económico se ha basado en el principio de subsidiariedad del Estado, donde este actúa solo cuando los individuos o la sociedad civil no pueden, promoviendo el individualismo. La exigencia de solidaridad hoy busca un rol más activo y distributivo del Estado, transformando a Chile en una “república solidaria”, como se ha planteado en los procesos constituyentes, y enfocada en la justicia social.
En resumen, la persistencia de estas demandas refleja una búsqueda de equilibrio: se requiere orden para asegurar la convivencia y la estabilidad, pero ese orden debe estar fundado en la solidaridad para ser legítimo y justo, abordando las profundas deudas sociales del país.
El pasado se cuela en el presente, y el futuro solo podrá ser asumido con un proyecto país que reconozca la tensión entre orden y solidaridad: el proyecto que logre dar con el 50 % de Portales y el otro 50 % del Padre Hurtado.