El primer debate televisado de ocho candidatos expuso la falta de relato sólido de los favoritos y el aprovechamiento de la vitrina por parte de retadores como Kaiser y Mayne-Nicholls.
Por Gustavo Campos.- La pregunta ronda tras el primer encuentro televisado que reunió a los ocho candidatos inscritos. Más que un choque decisivo, fue un precalentamiento que dejó señales claras.
Entre los punteros, Jeannette Jara y José Antonio Kast eran quienes más tenían que perder. Jara optó por la evasión: evitó confrontar y proyectó incomodidad durante casi todo el encuentro. Kast, en cambio, eligió la ofensiva directa contra ella, con relativo éxito.
Evelyn Matthei buscó diferenciarse con propuestas más concretas, pero su tono fue demasiado templado para quien necesita crecer desde el tercer lugar.
En el grupo de retadores, donde hay poco que perder y mucho que ganar, destacaron Johannes Kaiser y Harold Mayne-Nicholls. Ambos expusieron con claridad; el segundo mostró moderación y capacidad de conexión con la ciudadanía. Marco Enríquez-Ominami, en cambio, apostó por la estridencia: atacó a Jara y a la derecha con un estilo efectista que le dio figuración, pero sin rumbo estratégico evidente.
El debate presidencial 2025 confirmó que ocho candidatos en escena son multitud. Entre los favoritos, ninguno logró instalar un relato sólido ni ampliar su base electoral. En contraste, los situados más abajo aprovecharon la vitrina y salieron mejor parados. En esta primera ronda, los que realmente crecieron fueron Kaiser y Mayne-Nicholls; los demás, apenas empataron.
Gustavo Campos es investigador del Centro Democracia y Opinión Pública, U.Central