Así como Hollywood erigió la figura de un héroe como Rocky Balboa en 1976 para levantar el espíritu tras la derrota en Vietnam, ahora Trump se asigna el rol de héroe para volver a levantar a EEUU.
Por Juan Medina Torres.- Con un acto que tuvo todos los ingredientes teatrales del agrado de los norteamericanos, Donald Trump comenzó su segunda presidencia, dando inicio a lo que llamó “la Edad de Oro de Estados Unidos”, declarando que “el declive de EE.UU. ha terminado».
El acto me recordó a Sylvester Stallone en 1976 subiendo las escaleras del Museo de Arte de Philadelphia personificando a Rocky Balboa. Era la época en que Estados Unidos había vuelto derrotado de la guerra de Vietnam y los norteamericanos recurrían al cine para crear un héroe, que la guerra no les había proporcionado.
Todos sabemos que el héroe cataliza emociones y es un gran recurso simplificador constituyéndose es un referente compartido colectivamente.
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Otro fracaso bélico que golpea la memoria de los norteamericanos ocurrió el 30 de Agosto de 2021 cuando las tropas de ocupación estadounidenses debieron retirarse vergonzosamente de Afganistán. Pareciera ser que estos dos hechos históricos, son parte de lo que Trump denomina el declive de Estados Unidos.
Ahora, en el siglo XXI, en vez de Rocky, el guion cinematográfico lo ocupa Trump, quien declara desde la cúspide del poder:
“Nuestro país florecerá y volverá a ser respetado en todo el mundo. Seremos la envidia de todas las naciones, y no permitiremos que se sigan aprovechando de nosotros. Durante todos y cada uno de los días de la administración Trump, pondré muy sencillamente a Estados Unidos en primer lugar. Se recuperará nuestra soberanía. Se restaurará nuestra seguridad”.
Y agregó: “Estados Unidos recuperará el lugar que le corresponde como la nación más grande, más poderosa y más respetada de la Tierra, inspirando la admiración de todo el mundo”.
“Estados Unidos volverá a considerarse una nación en crecimiento, que incrementa nuestra riqueza, expande nuestro territorio, construye nuestras ciudades, eleva nuestras expectativas y lleva nuestra bandera hacia nuevos y hermosos horizontes. Y perseguiremos nuestro destino manifiesto hacia las estrellas lanzando astronautas estadounidenses para plantar las barras y estrellas en el planeta Marte”, enfatizó.
Y continuó diciendo: “Somos un pueblo, una familia y una gloriosa nación bajo el manto de Dios. Así que a todos los padres que sueñan con su hijo y a todos los niños que sueñan con su futuro, estoy con vosotros. Lucharé por ustedes y venceré por ustedes. Vamos a ganar como nunca antes. Gracias, gracias. Gracias, gracias. Gracias, gracias. Gracias, gracias”.
Sus palabras, en medio de un bien montado teatro político, aludieron al destino manifiesto, doctrina que se encuentra en la mentalidad norteamericana y sobre la cual Estados Unidos cimentó su política expansionista.
El «destino manifiesto». Aparece por primera vez en el artículo «Anexión» del periodista John L. O’Sullivan, publicado en la revista Democratic Review de Nueva York, en el número de julio-agosto de 1845. En él se decía:
“El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino”.
La segunda interpretación de la frase se dio en una columna aparecida en el New York Morning News, el 27 de diciembre de 1845, donde O’Sullivan, refiriéndose a la disputa con Gran Bretaña por Oregón, sostuvo que:
“Esta demanda está basada en el derecho de nuestro destino manifiesto a poseer todo el continente que nos ha dado la Providencia para desarrollar nuestro gran cometido de libertad y autogobierno”.
Las Relaciones Internacionales
Sin duda que el panorama internacional, desde esta perspectiva, es extremadamente complejo, señaló el ministro de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren en una ceremonia de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, sosteniendo que “antes se hablaba de un orden internacional, hoy se habla mucho más de un desorden internacional y con justa razón. Hay actores que consideran que hemos vuelto a la ley de la selva y eso es complicado sobre todo para un país como el nuestro, que depende en gran medida de la vigencia del derecho internacional y el multilateralismo”.