El académico Samuel Erices alerta por los problemas de salud mental que enfrenta la población migrante en Chile y la falta de política pública al respecto.
Por Samuel Erices.- Según el Instituto Nacional de Estadísticas, en 2021 la población extranjera residente en Chile llegó a 1.482.390 personas, un 1,5% más que en 2020. Y en 2022 se concedieron 127% más visas de trabajo (242.772) que el año anterior.
El aumento de personas que llegan a nuestro país en busca de oportunidades es uno de los tópicos centrales en relación a la migración en Chile, pero no es lo único.
Un proceso migratorio que no está controlado instala nuevas problemáticas: situaciones de estrés, incertidumbre, discriminación y dificultades para adaptarse a un nuevo entorno socio cultural. Todos estos, factores que contribuyen a la emergencia de trastornos relacionadas a la salud mental, entre ellos depresión, ansiedad y trauma, entre las personas que migran.
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Los temas de salud mental no poseen la relevancia necesaria en la atención de la población chilena.
Durante los últimos 30 años, el Estado no ha abordado este problema de forma directa para los connacionales. Hay una escasa política pública al respecto, poca inversión y acceso a servicios y terapias psiquiátricas y psicológicas.
Esto hace aún más complejo el pensar en la salud mental de las personas migrantes. El no abordarlo también genera impacto multidimensional. Atenciones nulas o deficientes obstaculizan procesos de integración social y económica, generando tensiones sociales y culturales. Aumenta la discriminación y xenofobia, reduciendo la cohesión y el bienestar de la comunidad en general.
Hoy el desafío es mayor, ¿cómo garantizar el acceso a servicios de atención médica adecuados y culturalmente sensibles dado los escenarios actuales que nos afectan?
Se torna fundamental fomentar la sensibilización y educación en torno a la salud mental de los migrantes, para reducir el estigma y la discriminación hacia ellos, creando así un entorno más acogedor y solidario. La promoción de la diversidad cultural y el respeto mutuo también juegan un papel crucial en el tema.
Hoy, la migración y la salud mental se entrelazan. Ante ello es prioritario reconocer y abordar los desafíos que enfrentan los migrantes en términos de salud mental y con ello aportar en garantizar su bienestar y promover una sociedad inclusiva y equitativa.
La migración es también una oportunidad para enriquecer nuestra sociedad. Esto requiere un compromiso real del Estado en atención y cuidado integral de quienes llegan a nuestras fronteras. Al trabajar juntos, podemos construir un Chile más acogedor y solidario para todos, sin importar su origen.
Samuel Erices es director del Magíster en Intervención Social de la U. Central