Opinión

Sector informal: ¿falta de calificación o desigual distribución del trabajo?

Las microempresas son los artefactos que las mujeres y los sectores populares construyen para abrir las puertas del mercado del trabajo, afirma el académico Nicolás Gómez.

Por Nicolás Gómez.- Lo sabemos, ha llegado Navidad. El anuncio no tiene pesebre, reno o árbol adornado hasta el techo; la gráfica muestra un mercado de puestos con toldos azules o blancos en esa plaza o avenida por donde pasan todos los vecinos a hacer los trámites.

A nivel pragmático, la realización de una microempresa es una forma de inserción desde abajo y desde afuera en el mercado de trabajo. A nivel teórico, la microempresa es una respuesta a la pregunta por el desigual acceso que tienen las personas a la distribución de las plazas laborales, especialmente las mujeres madres y las mujeres jefas de hogar.

Ver también:
Los microempresarios y la política

Es posible sostener que una de las consecuencias del COVID19 fue la degradación de la calidad del empleo, que se ha expresado en la reducción de la cantidad de plazas de trabajo en las empresas, desplazamientos de los trabajadores calificados a labores menores, lo cual ha producido los fenómenos del subempleo de los recursos humano y una baja en la productividad; los traslados de los trabajadores semicalificados a las empresas proveedoras o subcontratistas, y procesos de despidos.

Además, la degradación de la calidad del empleo también nos indica que son las empresas las que construyen el mercado de trabajo, y que hay varios mercados de trabajo en donde el salario y las calificaciones técnicas no son las barreras de entrada relevantes, debido a que, para contratar, las empresas necesitan conocer a sus potenciales nuevos trabajadores.

Este ejercicio de revisión no se realiza sobre otros bienes o factores productivos. Por ejemplo, a nadie le importa si un católico ortodoxo o un agnóstico participó en la elaboración de un reloj, porque lo que será juzgado es la eficiencia de ese artefacto para marcar el tiempo.

Desde este punto de vista, las empresas no sólo son organizaciones que producen bienes y servicios que ingresan al intercambio, sino que también aplican las reglas del orden público económico para producir juicios sobre quienes pueden ser sus integrantes. De esa manera, no hay una diferenciación entre empresas y mercados, sino por el contrario, están ligados por sistemas de relaciones cuya diversidad es limitada.

En ese sentido, a la vez que las microempresas son una manera de expresar los criterios del orden público económico, también son los artefactos que las mujeres y los sectores populares construyen para abrir las puertas de los mercados, experimentar la inserción laboral y tener la posibilidad de visualizar la movilidad social.

Nicolás Gómez Núñez es sociólogo y académico de la U.Central

Alvaro Medina

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