Uno de cada 20 pacientes con cáncer tiene miedo de someterse a un tratamiento de quimio o radioterapia debido a la pérdida de pelo que acarrea, a los pocos días de recibir la radiación o los químicos.
Y no se trata sólo de un “trauma” estético, sino de un aspecto esencial a la hora de armarse para la batalla contra una enfermedad en la que existe una relación directa entre disposición de ánimo y un sistema inmunológico listo para luchar.
La alopecia por quimioterapia se produce aproximadamente a los 15 días del tratamiento y se denomina efluvio anágeno y puede provocar la pérdida no sólo del cabello en el cuero cabelludo, sino también de las cejas, generando un agudo efecto sicológico en los pacientes.
Si bien muchos recuperan el pelo completamente varias semanas después, hay un porcentaje de pacientes (cerca del 5%) que sufrirá la llamada “alopecia definitiva post-quimioterapia”, que implicará la pérdida de una parte de su capacidad de generación capilar.
Para el proceso durante el tratamiento y posterior a él, han surgido técnicas que permiten a los pacientes mantener su autoestima y disposición de ánimo en alto para el combate contra el cáncer. Las más efectivas, por su cercanía con el aspecto real, son el microblading y la micropigmentación, dos técnicas que permiten dar la sensación estética de contar con cejas e incluso con pelo en el cuero cabelludo.
La experta del Centro Santa Rocío, certificada en España, Roxana Silva, afirma que “se trata de técnicas inocuas que se trabajan dibujando a mano, pelo a pelo, dando una apariencia muy natural”.
“Con estas técnicas, los pacientes con cáncer suben su autoestima o al menos evitan el autorechazo que provoca mirarse al espejo y no tener ni siquiera cejas”, señala Silva.
“La pérdida de pelo, especialmente de cejas, tiene serias consecuencias sicológicas e incluso sociales. No me refiero solo al cáncer, sino también a otras enfermedades, como ciertas dermatosis, trastornos endocrinológicos o inmunológicos como el lupus, en que hay pacientes con pérdida de pelo y cejas, y que pueden ser tratados sin consecuencias de salud, sino al contrario, con grandes beneficios sicológicos”.
La micropigmentación y el microblading son técnicas de “tatuaje”. El primero, con un dermógrafo (máquina especializada que inyecta tinta a través de una aguja) y el segundo, con un diminuto bisturí que “dibuja” los pelos.