Por José María Vallejo.- La consulta ciudadana con la que se pretende justificar el “toque de queda infantil” en ocho comunas, es una muestra flagrante del momento en que sinrazón se apodera de la vida cívica; de un grupo de personas controlando a los ciudadanos a través de discursos del miedo; y, en definitiva, del inicio de una escalada que solo termina con la muerte de las libertades.
Fueron solo 120 mil personas -de un total de más de 1,3 millones habilitadas- las que se arrogaron el derecho de impedir que los menores de 16 años anden por las calles “sin la compañía de un adulto” después de determinada hora. Una consulta ilegítima porque excluyó a los mismos afectados.
Pero también es ilegítima porque no tiene fundamentos. Según José Antonio Kast, se trata de un “horario protegido”. ¿De qué protección estamos hablando? ¿Para proteger a los niños o para protegerse “de” los niños?
¿Y qué va a pasar si después de, por ejemplo, las 22 horas, se encuentra a los niños y adolescentes fuera de sus casas? ¿Los van a detener? Se hizo una consulta sin señalar las medidas de “protección”. Lavín argumentó que se crearán “brigadas” de padres y jóvenes que se acercarán a los menores y les indicarán lo “inconveniente” de andar fuera una vez que se ha escondido el sol y les ofrecerán llevarlos a sus casas. ¿Y si se niegan (que es su derecho)? ¿Se va a ejecutar control de identidad? ¿Se les va a retener hasta que llegue Carabineros? Y si lo “acompañan” hasta su casa… ¿lo van a dejar en la puerta? ¿Van a sentirse compelidos a hablar con sus familiares y saber por qué estaba fuera? ¿Hasta dónde podría llegar la intromisión y cuántos recursos se gastarían en ésta?
El alcalde de La Florida, tampoco lo tenía claro, pero propuso un sistema de denuncias telefónicas. “¿Alo? Veo un niño en la calle y anda solo”. Eso, señor Carter, es criminalización. Con su afirmación queda claro que no se trata de proteger a los niños, sino de protegerse de ellos.
La medida no es solo populista. Es temeraria. Si hoy se quiere restringir la libertad de circulación de los menores de 16 años es porque se instaura un discurso político predominante basado en el miedo. Es una instalación artificial, pero funciona y actúa sobre los instintos más animales de los humanos. Nos dicen a quién tenemos que temerle y después nos dicen que nos pueden defender de aquello.
Ya el discurso anti adolescentes y anti niños se ha instalado. El control por sospecha y el proyecto de Aula Segura son dos ejemplos claros de ello. El adolescente es “malo”, se toma los colegios, va con molotovs a las salas de clase, asalta, hace portonazos.
Los niños, ahora, no podrán ir solos al cine o al teatro de noche. No podrán pololear en paz en una plaza cuando el sol de oculta (y apuesto que el señor Kast sí lo hizo). No podrán ir al mall solos, a patinar, a una fiesta. Los padres con auto podrán acompañarlos… a veces. Los que no tienen autos verán morir también sus noches, velando para ir a buscar a los retoños, porque no se los puede tener siempre encerrados en casa.
¿Qué seguirá? Cuando los inmigrantes y los menores de edad se nos acaben… ¿a qué nos dirán que le debemos temer? ¿Qué nuevas restricciones y contra quién serán después? Alcaldes visionarios, líderes del mañana ¡Ilumínennos, guíennos!
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