Aunque Halloween suele girar en torno a disfraces y dulces, también puede convertirse en una oportunidad educativa para fomentar hábitos alimentarios más saludables.
Por Verónica Reyes.- Halloween es una fecha muy esperada tanto por niños como adultos, gracias al ambiente festivo, los disfraces y, por supuesto, los dulces. Sin embargo, desde una mirada nutricional, este tipo de celebraciones puede transformarse en una oportunidad para promover el equilibrio y la moderación en el consumo de alimentos.
Al igual que en otras festividades, no se trata de prohibir los dulces, sino de enseñar a disfrutarlos de manera responsable. Los productos ultraprocesados ricos en azúcares, grasas saturadas y colorantes artificiales pueden formar parte de la celebración, pero en porciones pequeñas y dentro de un contexto alimentario equilibrado.
Diversos estudios han asociado la exposición a colorantes alimentarios sintéticos como los colorantes azoicos tartrazina (amarillo N.º 5) y amarillo crepúsculo (amarillo N.º 6) con efectos neuroconductuales leves en niños, como aumento de la inquietud o dificultad para mantener la atención, especialmente en aquellos con mayor susceptibilidad. Además, en personas sensibles, estos colorantes pueden provocar reacciones alérgicas o de hipersensibilidad, como urticaria, asma o dermatitis.
Por otro lado, un exceso de azúcares simples no solo se asocia a mayor riesgo de sobrepeso y caries dental, sino también a molestias gastrointestinales, hiperactividad, dificultad para dormir o malestar general tras ingestas muy altas. En este contexto, la moderación sigue siendo la clave.
Recomendaciones prácticas para un Halloween saludable
- Ofrece dulces en porciones pequeñas, enseñando a disfrutar sin exceso.
- Evita utilizarlos como premio o castigo, para no vincular la comida con las emociones.
- Prepara opciones caseras o temáticas con ingredientes naturales: frutas, frutos secos, palta, zapallo o cacao puro.
- Fomenta la experiencia familiar y comunitaria, destacando el juego, la creatividad y la convivencia por sobre la cantidad de dulces.
Esta fiesta familiar puede transformarse en una oportunidad para educar y entusiasmar a nuestros niños y niñas a comer alimentos más variados y saludables, fortaleciendo hábitos que perduren más allá del 31 de octubre.
Verónica Reyes Estrada es académica de la U. Central

