Por Maritza Escobar Montero.- Nuestro país ha estado viviendo hechos de violencia en diferentes ámbitos, en lo político, social, cultural y en nuestros centros educativos. Estos espacios, que antes fueron los que entregaron seguridad y abrigo a nuestros niños y jóvenes, hoy ya no lo son tanto, más aún desde el regreso a la presencialidad en los colegios, donde las denuncias por maltrato entre estudiantes, han aumentado en un 38%, comparado con 2018, según datos de la Superintendencia de Educación.
Las causas de la violencia son múltiples y revisten un mayor grado de preocupación para quienes nos dedicamos al quehacer pedagógico. No olvidemos que, desde 2016, Chile cuenta con la ley 20.911 que crea el Plan de Formación Ciudadana para los establecimientos educacionales que son reconocidos por el Estado, donde deben consignarse planes estratégicos que fomenten el sentido por la democracia, la justicia social, el progreso y la responsabilidad por el mejoramiento conjunto de la sociedad que entre todos y todas integramos.
Quizás para algunos podría ser cliché hablar de educar en la tolerancia, verdad y la paz. Sin embargo, cuando hablamos de formación ciudadana, es clave que en las diversas instancias formativas, por ejemplo en las clases, se incorporen transversalmente principios en que los estudiantes reconozcan una relación de respeto por el otro, por la diversidad de pensamientos, establecer relaciones humanas fundamentadas no solo desde la razón, sino que también, desde la emoción; tal como tantas veces nos recordaba el Dr. Humberto Maturana. Necesitamos aportar a la realización individual, social y a la reflexión de una cultura desde lo ciudadano. En tal sentido, nuestras niñas, niños y jóvenes necesitan de un proceso de enseñanza-aprendizaje desde un ambiente comprensivo, evitando los prejuicios y hacerles emerger su cualidades y potencialidades cívico–ciudadanas. Frente a ello, será fundamental contar con docentes plenamente preparados, no sólo desde la arista disciplinar, sino que, con una robusta formación pedagógica en los primeros años de la carrera.
El foco debe estar puesto en el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico y prácticas progresivas durante los cinco años de formación, además de incorporar las herramientas requeridas por la política pública en cuanto a Formación Ciudadana se refiere. De esta forma, las diferentes asignaturas de Formación Pedagógica permitirán que nuestros estudiantes pongan en práctica un conjunto de habilidades cognitivas, metacognitivas y socio afectivas, a través de la práctica pedagógica, que los invita al desarrollo de las diversas áreas del conocimiento, establecidas por el currículum educacional chileno.
Maritza Escobar Montero es coordinadora Académica de Formación Pedagógica en la Universidad Central