María Cecilia Besser.- La crisis sanitaria derivada del COVID-19 llegó repentinamente y obligó a adaptarse desde la virtualización de las acciones en cada uno de los espacios que convergen en los quehaceres diarios. Clases online, teletrabajo y virtualización de los vínculos sociales se plantearon como un desafío de costumbre a un contexto incierto y cambiante. La pandemia ha tenido un impacto negativo en el bienestar psicológico de los estudiantes universitarios generando síntomas como ansiedad, depresión y estrés, algo que se ve más frecuentemente en este rango etáreo.
Esto porque no sólo se perdió la cotidianidad de la vida urbana, sino también se perdió el espacio de socialización dentro del aula y en los aprendizajes; a esto se suma el aislamiento físico y social en una etapa del desarrollo en que la exploración social es fundamental para desarrollar las competencias socioemocionales que se requieren para la vida. Se han podido evidenciar, también, problemas de atención y concentración vinculados a sintomatología ansiosa y depresiva que impacta directamente en los aprendizajes.
Se perdió el concepto del “Patio” en la universidad. Este espacio de encuentro entre los jóvenes, pero también entre docentes y estudiantes, que nos permitían diagnosticar situaciones para generar estrategias de acompañamiento psicosocial a los mismos. El acompañamiento estudiantil se vio desafiado, veíamos el deterioro de la salud mental de nuestros estudiantes y necesitábamos responder a estas demandas. Conscientes de ese desafío, planteles como la UCSH, han propuesto mecanismos de acompañamiento estudiantil que permiten entregar un soporte a los estudiantes, adaptándose a las necesidades derivadas de los cambios de rutinas debido a la pandemia.
En este contexto, junto al acompañamiento psicológico que proveía principalmente terapias psicológicas, aparece el Programa Compañía UCSH, que busca brindar un espacio de consejería en el ámbito de salud y acompañamiento psicológico a todos aquellos estudiantes contagiados por COVID, donde se trabajaron temas como el aislamiento y la soledad, el temor al contagio, a la muerte propia y a la muerte de los cercanos. Aparece también el Dispositivo de Acompañamiento Psicosocial (DAPSI) que entrega contención y primeros auxilios psicológicos, y activa las redes de derivación en casos de mayor gravedad y se mantiene la atención psicológica especializada a través de CEAC.
En términos de atenciones se ve un aumento de 15% de consultas en relación al año 2020, año en que ya se había presentado un aumento en las demandas de atención de un 10%. El 2/3 de los consultantes son mujeres y más del 50% presenta sintomatología ansiosa y/o depresiva, muchos de estos síntomas se vienen acarreando desde antes de la pandemia, pero la situación actual las ha profundizado.
La terapia psicológica se adaptó a la atención online, si bien esto ha tenido ventajas y desventajas, permite generar acompañamiento a un clic de cada uno de los estudiantes, incluidos los de regiones, lo que ha impactado positivamente en la adherencia al tratamiento disminuyendo la deserción en las sesiones.
Las personas generaron nuevas rutinas, se adaptaron a un contexto cambiante y hoy tienen que volver a adaptarse a un nuevo cambio de escenario: el desconfinamiento. Hoy no sólo hay cada vez más personas con el síndrome de la cabaña, sino también, muchos de los estudiantes se han acostumbrado a una nueva forma de universidad, online, con aprendizajes generados desde la seguridad de su hogar, por lo que el retorno a la universidad genera cierta resistencia. En este sentido, para muchas personas el desconfinamiento se presenta como una fuente de estrés, ya que implica un nuevo esfuerzo de adaptación.
¿Cómo se puede ayudar a que estudiantes universitarios retomen sus actividades habituales para potenciar los aspectos relacionados con la formación integral?.
Potenciando la importancia de las relaciones sociales en esta etapa: estar socialmente aislado de sus amigos, de sus profesores y de las rutinas universitarias ha demostrado ser muy duro para los estudiantes. El compartir con sus compañeros y profesores en un ambiente universitario, ayuda a los jóvenes a desarrollar su capacidad socioemocional.
Por otro lado, volver a la urbanidad y a las rutinas previas genera una sensación de seguridad que baja la ansiedad. Las universidades han convertido sus espacios físicos en ambientes seguros y protegidos, tomando todos los resguardos del COVID, por lo que resulta importante transmitir a los estudiantes la seguridad que otorga este espacio.
Finalmente, entregar a los estudiantes información acerca de las ayudas psicosociales que la universidad ofrece para hacer un acompañamiento integral. Muchos estudiantes se sienten estresados, ansiosos o con menor ánimo que previamente a la pandemia. La universidad les ofrece un espacio de ayuda, de acompañamiento psicosocial y académico necesario para hacer frente a esta nueva etapa
María Cecilia Besser es psicóloga del Centro de Estudios y Atención a la Comunidad de la Universidad Católica Silva Henríquez.