Por ElPensador.io.- De la primera novela del abogado y juez de familia Rodrigo Téllez se ha destacado últimamente precisamente eso: la novedad. No solo porque es la primera incursión del jurista en la novela (no podríamos decir que en la literatura, porque cuando alguien se atreve a novelar, seguramente ha tenido un camino de letras previo) y tampoco por el estilo, pues usa de manera innovadora la declaración forense como una forma literaria, recordando a Mario Vargas Llosa en “Pantaleón y las Visitadoras”, que se vale de partes militares para la narración.
La primera novela de Rodrigo Téllez, “Juro decir la verdad”, es novedosa también por sus emociones. Se trata de un texto que habla de la infancia vulnerada y de las vivencias que se mantienen ocultas en la barrera eufemística de la “vida privada”. El silencio dentro de las casas que solo termina destapándose en casos extremos y que los jueces, como el autor, cargan diariamente en su memoria.
La obra fue destacada por el jurado del concurso literario en el género Novela Inédita del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura 2019.
“Sí, SS., juro decir la verdad. Sobre los hechos que son objeto de esta investigación declaro entender los cargos que se me imputan, así como las consecuencias que tendría para mí faltar a la verdad. No, enfáticamente niego que tanto la magistrado, María Esperanza Bulnes Rossi, como yo tengamos responsabilidad en el homicidio en que nos implica doña Eunice Vargas; puedo señalar que estoy seguro de que nuestras acciones profesionales no han tenido incidencia en ese hecho, y declaro que la muerte del Sr. Goritti no fue favorecida por nuestra conducta”. Así parte el libro.
A través de las respuestas que Juan Andrés Guerra, Consejero Técnico del sistema judicial, da a un interrogador que nunca se manifiesta, la novela nos invita a conocer los posibles motivos de una muerte y de paso las condiciones en que circulan por el sistema legal jueces, funcionarios, abogados y sobre todo los ciudadanos anónimos.
La sala de un juzgado de familia oficia aquí como un desaguadero de desdichas. En el centro del drama se encuentra una niña bajo sospecha de haber sido abusada por su padrastro. Sobre este tremendo desajuste, se configura el escenario de un sistema judicial con sus fallas humanas, pero, sobre todo, con su dignidad de servicio público y, en este caso, en favor de los más desvalidos.
“El autor convierte el acta fiscal en género literario y logra hacer de la árida voz del declarante un relato persuasivo que cautiva. Téllez retrata con humor y fina escritura una realidad institucional casi invisible. Describe celos, zancadillas, intrigas, pero pone el énfasis en esos funcionarios que se comprometen con su difícil papel de intentar la imposible justicia. La heroína de la novela, un personaje que merece figurar entre los grandes caracteres de la literatura chilena, es la expresión del pragmatismo jurídico: la ley trata de resolver los problemas, no debe dejarlos en el limbo”, dice el periodista y escritor, Rafael Otano.