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Cómo cambia la configuración de la humanidad por la pandemia

Por Alvaro Medina Jara.- La vida está cambiando a una velocidad insólita debido a la pandemia de coronavirus. Todas nuestras relaciones sociales e incluso la fisiología humana se reconfiguran a partir de este año de manera drástica. El tráfago de la emergencia, la necesidad de estar encerrados y el miedo al contagio probablemente nos nublan de un futuro cercano tan distinto a la realidad que estábamos acostumbrado o la que habíamos soñado.

El nuevo mundo después del coronavirus será uno con menos contactos físicos. El miedo al otro y al mal invisible que puede portar, nos acostumbrará a estar lejos, a una distancia social que puede terminar con la mayoría de nuestros ritos sociales: cultos religiosos, fiestas familiares o reuniones de amigos serán instancias que probablemente veremos decaer. Nuestros saludos ya están cambiando en base a la “higiene”. La idea de la asepsia nos alejará unos de otros. El otro, el prójimo, será el potencial portador de un enemigo invisible.

Especialmente en época de cuarentena o “aislamiento”, habrá un mayor refugio en la familia nuclear y, los que no la tengan, aumentarán su sensación de soledad, especialmente los adultos mayores. Queremos protegerlos, y para protegerlos no reunirnos con ellos.

¿Cómo podrá operar la lógica del aislamiento con un sistema de transporte diseñado para una densidad de seis personas por metro cuadrado?

El nuevo mundo después del coronavirus será uno, por lo tanto, virtual, donde las tecnologías de comunicación serán la base de las relaciones. Las empresas que provean esos servicios tendrán más poder sobre nosotros, como un Gran Hermano. Podrán conocer no solo nuestros gustos y tendencias de consumo, sino el contenido de nuestras conversaciones. La privacidad, tal como la conocemos, será cosa del pasado.

Desde el punto de vista fisiológico, también cambia la realidad. Si se toma en cuenta que la mayoría de la población, a partir de ahora, alguna vez se verá expuesto al virus, por leve que presente sus síntomas, va a quedar con una capacidad pulmonar reducida alrededor de 20% a 30%. Eso significa que deberemos olvidarnos de romper récords olímpicos o de logros deportivos tal como los conocíamos. Y, se ha informado recientemente, el virus también deja graves secuelas en la fertilidad masculina, lo que puede tener consecuencias en la tasa de natalidad, que ya venía a la baja especialmente en el mundo desarrollado.

Las restricciones sanitarias podrían generar limitaciones a la movilidad entre algunos países. El turismo podría verse afectado. El negocio de los viajes en barcos, los cruceros, los viajes largos en avión o en buses serán instancias que la nueva humanidad trataría de evitar, por el temor a este u otro virus del que no podríamos escapar y frente al cual no tendremos defensas.

Frente a eso, quizás se valore más el paisaje que tenemos al frente, el terruño, la “patria”. La defensa de la “nación” podría tomar un nuevo y reforzado significado. Será una humanidad que no querrá “contaminarse” con lo que traen los demás desde fuera, especialmente si son de otras naciones, pueblos, comunidades y, quizás, razas. Si el “otro” es una amenaza, mientras más distinto sea ese otro, se sentirá más amenazante.

La configuración de la humanidad misma está cambiando. No podemos saber aún su alcance.