Categorías: Opinión

2022-2026: seguir haciendo avanzar el horizonte de la izquierda

Por Gonzalo Martner.- Pero, ¿qué es la izquierda? Reproduzco las palabras de Edgar Morin, sociólogo y filósofo, en Le Monde (2010), que me parecen muy actuales. Sitúan a la izquierda como una manera de formar parte de la aventura humana con diversas fuentes de inspiración que se describen más abajo y, como escribe Morin en otra parte,  con la definición que ser de izquierda «comporta siempre la capacidad de vivir toda humillación como un horror» y con actitudes como la «humildad, consideración, benevolencia, exigencia, creatividad, altruismo y justicia».

En mi experiencia política personal, el aspecto de «exigencia, creatividad, altruismo y justicia» devino en parte en los 70 en voluntarismo extremo con un muy alto costo en vidas y formas graves de autoritarismo en las organizaciones, mientras la dimensión de «humildad, consideración, benevolencia» devino en parte desde los noventa en acomodo y falta de voluntad política de empujar el cambio libertario e igualitario que una sociedad estructuralmente desigual requería y sigue requiriendo. De ahí, para mí, la necesidad de una nueva síntesis que reafirme la «exigencia, creatividad, altruismo y justicia» frente a la «humildad, consideración, benevolencia». Pero sin olvidar que todas estas dimensiones se necesitan en la refundación de la izquierda para la nueva etapa que ya está en curso después de muchos esfuerzos colectivos.

Aspiración a un mundo mejor

«La izquierda. Siempre he rechazado ese La unificador que oculta las diferencias, las oposiciones, los conflictos. Pues la izquierda es una noción compleja, en el sentido que ese término comporta en sí mismo unidad, competencias y antagonismos. La unidad viene de sus fuentes: la aspiración a un mundo mejor, la emancipación de los oprimidos, explotados, humillados, ofendidos, la universalidad de los derechos del hombre y de la mujer. Esas fuentes, activadas por el pensamiento humanista, por las ideas de la Revolución francesa y por la tradición republicana,  irrigaron en el siglo XIX el pensamiento socialista, comunista, el pensamiento libertario. La palabra «libertario» se centra en la autonomía de los individuos y de los grupos; la palabra «socialista» en el mejoramiento de la sociedad, la palabra «comunista» en la necesidad de la comunidad fraternal entre los humanos. Pero las corrientes libertarias, socialistas, comunistas, se han transformado en competitivas. Estas corrientes se pusieron en situaciones de antagonismo, y algunas se hicieron mortíferas (…)”.

“La vía nueva conduciría a una metamorfosis de la humanidad: el acceso a una sociedad-mundo de tipo absolutamente nuevo. Permitiría asociar la progresividad del reformismo y la radicalidad de la revolución(…). La democracia parlamentaria, por necesaria que sea, es insuficiente. Debería concebirse y proponerse las modalidades de una democracia participativa, especialmente en las escalas locales. Sería útil al mismo tiempo favorecer un despertar ciudadano, que es inseparable de regeneración del pensamiento político, así como la formación de los militantes respecto de los grandes problemas. Sería igualmente útil multiplicar las universidades populares que ofrecerían a los ciudadanos iniciación a las ciencias políticas, sociológicas, económicas (…)”.

“Preparemos un nuevo comienzo volviendo a ligar los tres sustratos (libertario, socialista, comunista), agregando el sustrato ecologista en una tetralogía. Esto implica evidentemente la descomposición de las estructuras partidarias existentes, una gran recomposición según una fórmula amplia y abierta, el aporte de un pensamiento político regenerado. Ciertamente, debemos en primer lugar resistir a la barbarie que sube. Pero el «no» de una resistencia debe nutrirse de un «si» a nuestras aspiraciones. La resistencia a todo lo que degrada al hombre por el hombre, a las servidumbres, a los desprecios, a las humillaciones, se alimenta de la aspiración no al mejor de los mundos, sino a un mundo mejor. Esta aspiración, que no ha cesado de nacer y renacer a lo largo de la historia humana, renacerá otra vez».

Alvaro Medina

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