A 50 años del golpe «a nuestra élite política, desde el presidente Boric hacia abajo, le pedimos consciencia más elevada, un poco de voluntad, prudencia en el decir y sentido común en el hacer. Callar los impulsos irreflexivos y asumir un liderazgo positivo, unitario, colaborativo y fraterno”, señala Carlos Cantero.
Por Carlos Cantero.- A propósito de 50 años, de divisiones, barbaridades y odiosidades, que han traído dolor y polarización a los chilenos, ¿seguiremos haciendo más de lo mismo? ¿se seguirá inoculando odiosidad a un segmento de la juventud? ¿cuándo cambiaremos el sentido de nuestra relacionalidad política? ¿cuándo impulsaremos la nueva ética que Chile necesita?
Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará? Si no lo hacemos ahora, entonces ¿cuándo se hará? Las generaciones responsables de estas miserias ¿Seguirán con la hipocresía de imputar responsabilidades a los otros y la cobardía de no asumir las propias? ¿Señalando el abuso de la otredad y ocultando los de la mismidad?
Ver también:
Tenemos el deber ético de dejar un país más unido y ese desafío es ahora. No tenemos más tiempo para mediocridades ni cobardías. A nuestra élite política, desde el presidente Boric hacia abajo, le pedimos consciencia más elevada, un poco de voluntad, prudencia en el decir y sentido común en el hacer. Callar los impulsos irreflexivos y asumir un liderazgo positivo, unitario, colaborativo y fraterno. En una de esas, las cosas fluyen con mejor energía y con resultados más fecundos. Somos libres para elegir construir, o seguir destruyendo el alma nacional.
El tiempo da oportunidades, pero si no se toman, otros ocuparán ese vacío. El mundo cambia constantemente, a un ritmo vertiginoso y no espera. Cuando creemos que nuestras preguntas y respuestas son las correctas, el mundo se encarga de sorprendernos y reclamarnos coherencia con los principios y valores, con la pertinencia y oportunidad.
Nuestra élite debe asumir la máxima de Mahatma Gandhi: “Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo”. Si queremos cambiar Chile, cambiemos nosotros. Si queremos resultados distintos, no sigamos haciendo más de lo mismo. La perspectiva de los años 70 nada tiene que ver con nuestra perspectiva actual, la guerra fría quedó atrás, hay nuevas métricas democráticas y de derechos humanos. No hay espacio para ese rígido sectarismo, polarización y lógica de anulación (guerra fría).
Que funcionen las instituciones, que opere la justicia. Poco o nada contribuye la fatua y falsa superioridad moral que algunos pretenden, unos por soberbia hipocresía y otros por ignorancia. Ni la mera confrontación, ni el reclamo, ni la descalificación política, resolverán ninguno de los problemas del Chile de hoy.
Se requiere mutua disposición unitaria, voluntad de entendimiento, capacidad para acordar un pacto compartido y reconstruir amistad cívica, con prudencia y flexibilidad. Se requiere valentía para cambiar, superar el miedo y el odio hacia la otredad. El llamado es a construir unidad y reencuentro de las chilenas y chilenos de toda condición.