Desde Panamá, Alejandro Félix de Souza pone el ejemplo del tipo de diálogo necesario en las sociedades democráticas, a través del recuerdo de una entrevista del periodista Fernando Sánchez Dragó al ex líder comunista español Santiago Carrillo.
Por Alejandro Félix de Souza.- Una tan ingeniosa como graciosa cita erróneamente atribuida a Winston Churchill, pero que en realidad, y con otras palabras, es de autoría del historiador Jules Claretie, dice que “si a los 20 años no eres de izquierda, no tienes corazón; y si a los 40 años sigues siendo de izquierda, no tienes cerebro”.
Los protagonistas de esta memorable y fantástica entrevista (he mirado y analizado desde mi adolescencia decenas de miles de entrevistas, y esta es seguro una de las que deben estar en el ranking del diez por ciento de las mejores), parecen estarse diciendo esto del “corazón y cerebro” en varios momentos de la misma.
En este duelo de titanes, como entrevistado está Santiago Carillo, nacido en 1915, y en ese momento de la entrevista contaba con 91 años.
Carrillo fue el histórico líder del Partido Comunista de España, con protagonismo en la Guerra Civil Española, y la resistencia antifascista en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Exiliado desde el fin de la Guerra Civil Española en 1939, regresó a España en 1976, y asumió la dirección del Partido Comunista de España, siendo un protagonista de la transición democrática del país, tras el fallecimiento del dictador Francisco Franco.
Jugó un papel clave en la consolidación de la democracia española, en la aprobación de la constitución de 1977, y en la reconciliación nacional de España. No describo mucho más de él, porque la entrevista es precisamente un recuento de varios momentos de su vida.
Del otro lado, y como entrevistador, tenemos a otro gran personaje, lo que definitivamente hace de éste, un formidable encuentro: se trata de Fernando Sánchez Dragó, nacido en 1936, destacado escritor, periodista y ensayista, Doctor en Letras con un trabajo sobre Ramón del Valle Inclán, quien es reconocido por su estilo provocativo y polémico.
Fernando, a quien planeaba conocer el próximo año en España, y quien nos abandonó repentinamente hace unos meses, ha dejado una huella muy importante en la literatura y el periodismo de su país, con emblemáticos programas televisivos y radiales de entrevistas y debates sobre la cultura y la actualidad, reflexionando a partir de la literatura, y de cómo esta expresión del ingenio humano permite darnos luces sobre el pasado, el presente y el futuro.
Durante su prolongada carrera, Fernando Sánchez Dragó ha publicado más de cuarenta libros, en los que aborda temas variados, sobre todo literatura, filosofía, política y cultura.
Tenía la que se estimaba la mayor biblioteca personal del mundo, con más de ciento veinte mil libros (él mismo reconocía que no podía saber ni aproximadamente la cantidad).
Fue comunista en su juventud, pero se desilusionó, y como duramente lo dice la frase del inicio, hizo un itinerario de aproximaciones sucesivas, hasta afincarse, casi al final de su vida, firmemente en la derecha. Aunque él se definía como “anarco-individualista”, con una defensa a ultranza de los derechos individuales y la propiedad privada.
Wikipedia nos dice que su pensamiento político parte de un anarquismo heterodoxo y radical, compuesto de ideas tomadas o atribuibles a corrientes muy diversas (y sólo un catálogo de las mismas es toda una aventura por el diccionario): perennialismo, chamanismo, misticismo, hermetismo, cultos mistéricos, cristianismo esotérico basado en los Evangelios apócrifos, la filosofía griega, pero principalmente la presocrática, la epicúrea, estoica, la cínica y la helenística, y algunas religiones orientales, como el taoísmo, el budismo y el hinduismo.
Fernando enseñó en universidades en varios países, entre ellos Japón, Estados Unidos, Kenia, Marruecos, Jordania, Senegal e Italia, además de España.
Trabajó para las más importantes radios, televisoras y periódicos de varios países, incluyendo Italia, Japón y España.
El año pasado se le otorgó por unanimidad el Premio Castilla y León de las Letras, según el jurado, “por la amplitud y la solidez de su obra, torrencial, apasionada e inquieta, y siempre entreverada de elementos autobiográficos y visionarios, a la vez que fiel memoria de toda una generación y una época”.
Sánchez Dragó era anti-estatista, euroescéptico (se cuenta que el día de la entrada de España en la Unión Europea envió un telegrama al Ministerio de Justicia pidiendo el estatus a apátrida), y anarquista individualista libertario.
Entre muchas fobias y “bestias negras”, se oponía, según Wikipedia, al puritanismo, el desarrollismo, el multiculturalismo, el buenismo, el progresismo, las religiones monoteístas, la ideología de género, la globalización, el neoliberalismo, la corrección política, la posmodernidad, la telebasura, el materialismo, el economicismo y la sociedad de consumo.
En fin, esta reseña es para describir a nuestros protagonistas de esta entrevista, pues lo demás, es un intercambio muy racional, de un “hábil declarante” como sin duda lo es, sorprendentemente, a sus 91 años, don Santiago Carrillo, y de un diestro “preguntador”, como Sánchez Dragó, que le saca algunas verdades incómodas y confesiones al viejo y curtido apparatchik (esta es buena para buscarla en el diccionario, sobre todo para los nacidos después de la caída del Muro de Berlín).
En la entrevista se habla de muchos temas y de la relación del entrevistado con personas y sucesos clave de la historia del siglo veinte: la Guerra Civil, la matanza de Paracuellos, la Segunda Guerra Mundial, la restauración democrática en España, las luchas internas personales (siempre feroces en partidos comunistas, como también en los de extrema derecha), Corea del Norte, Cuba, Vietnam, China Popular, y recuerdos de personajes como Lenin, Stalin, Mao, la Pasionaria (Dolores Ibarruri), Jruschov, Fidel Castro, Ceaucescu, Saddam Husein, entre otros.
Muy interesante ver cómo el entrevistador y el entrevistado, a través del intercambio de preguntas, comentarios y respuestas, nos ayudan a hacer un recorrido por la historia del comunismo en el siglo XX, a través de la historia personal de Santiago Carrillo.
Un dato interesante e histórico de esta entrevista de 2007 es que la producción de Telemadrid decidió dejar que tanto entrevistador como entrevistado excedieran y en mucho (más que doblaron el tiempo televisivo, aún sin contar las pausas para publicidad comercial), debido a la riqueza, variedad y tensión sosegada que transpiraba la misma, y que registró un muy alto rating para un programa cultural, que, luego de más de quince años, como pueden ver en los comentarios de la entrevista, aún es visitada y comentada.
Para quienes, dentro de nuestro oficio profesional, hemos entrenado a más de mil personas a lo largo de cientos de entrenamientos para la gestión de entrevistas en medios, este ejemplo de teatro humano, es verdaderamente fascinante.
Más allá de la posición política que cada uno de quienes vean esta entrevista pueda tener, la misma tiene el valor de mostrarnos, cuán valiosos son espacios como éstos en una sociedad abierta, pluralista y tolerante, donde personas que pueden tener opiniones muy diferentes sobre hechos de la historia o del presente, pueden dialogar con agudeza, humor hacia el otro y hacia sí mismos, en forma respetuosa y teniendo en cuenta la humanidad del otro.
Ese es el gran desafío de nuestra época: cómo podemos rescatar la “humanidad”, la hermandad común, el “prójimo”, en quien tiene ideas con las que discrepamos: esto en este mundo posmoderno donde la “cancelación” del otro a través de la irracionalidad estridente, es un virus mucho más peligroso para la salud de la especie humana que el virus del Covid.