Hugo Cox analiza las formas de derecha política en Chile en virtud de las circunstancias constitucionales y los discursos derivados del proceso.
Por Hugo Cox.- La historia está plagada de cicatrices y heridas. No sólo la de la humanidad o la de las naciones, también en la de los individuos. Los claroscuros siempre están ahí y todos pasan su vida buscando el minuto de inflexión, que a veces no llega (Stefan Zweig).
El resultado de las elecciones del primer plebiscito de salida en que se rechazó la propuesta de constitución emanada de la Convención Constitucional y, luego, el triunfo del Partido Republicano en las elecciones del segundo proceso constituyente, dieron lugar a un escenario político complejo.
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Pese a los obstáculos, conviene destacar la normalidad del proceso, ante interpretaciones apocalípticas que ven ruptura y decadencia en todo movimiento institucional que no beneficie a sus defensores.
Lo difícil será desactivar la sobreactuación de muchos partidos, sobre todo los dos extremos (la izquierda woke y la derecha más dura). Lo que posiblemente termine con la sobreactuación, será el conocimiento de los acuerdos políticos que darán origen a una posible nueva Constitución en las próximas semanas, ante lo cual ni los eufemismos ni las perífrasis serán suficientes.
Hoy, pareciera ser que no existe un centro que dé ciertos equilibrios al quehacer político, que se encuentra ahogado entre los extremos y las redes sociales y la prensa que hace de caja de resonancia a las reyertas diarias y la verdadera “guerra de trincheras” que se desarrolla.
Para preservar, restaurar o promover la democracia, se necesita un análisis cuidadoso de casos individuales en vez de supuestos amplios sobre “tendencias globales”, como ha sido la característica política de los últimos tiempos, en particular al generar calificaciones y juicios unívocos sobre la derecha.
La derecha política en Chile existe desde la colonia, y podemos identificar tres orígenes distintos:
- Una derecha proveniente de la gran hacienda, que es la oligarquía agraria, y que empieza a perder su poder a partir de la reforma agraria en los años 60.
- La que viene de la minería del norte del país.
- La que surge básicamente de sectores inmigrantes dedicados al comercio, industria y banca.
Estos tres orígenes dan cuenta de un espectro amplio y diverso y que engloba varias corrientes ideológicas y enfoques políticos.
Las características de la derecha han ido variando en el tiempo y de acuerdo al contexto político en que actúan, pero independiente de los cambios podemos mencionar algunas:
- Conservadurismo y su oposición a cualquier reforma de carácter progresista, por ejemplo, el aborto. Está muy ligada a los sectores más conservadores de la Iglesia Católica (Opus Dei, Legionarios de Cristo).
- Otra característica es el liberalismo económico, basado en propuestas políticas y económicas liberales, propugnando una baja intervención del Estado, énfasis en la propiedad privada, políticas impositivas más restrictivas, etc.
- Tradicionalismo: La derecha chilena tiende a valorar y promover la tradición y la herencia cultural hispana, incluyendo el respeto por la Iglesia Católica, que ha tenido una influencia significativa en la historia y la cultura chilena.
- Nacionalismo: Algunos sectores de la derecha chilena han promovido el nacionalismo y la defensa de la soberanía del país, especialmente en relación con cuestiones como la explotación de recursos naturales y la protección de fronteras.
- Conservación de la ley y el orden: La derecha a menudo enfatiza la importancia de la ley y el orden, y tiende a ser más partidaria de políticas de seguridad y mano dura en cuestiones de criminalidad.
La derecha chilena a menudo cuenta con el apoyo de sectores empresariales que comparten sus puntos de vista sobre la economía y la gestión.
Es importante destacar que no todos los miembros de la derecha comparten necesariamente todas las creencias de la derecha o las posiciones que emergen de las circunstancias políticas y sociales.
Los sectores más conservadores vinculados a la iglesia más conservadora son, en síntesis, partidarios de la inmovilidad y, por lo tanto, necesitan de una historia inmóvil.
Los sectores socialdemócratas y de centro deben tener en cuenta que no toda la derecha es igual y hay sectores con los cuales necesariamente hay que conversar y dialogar para llegar a un tipo de acuerdos que permitan la viabilidad de la democracia y alejar los fantasmas del populismo, o gobiernos autócratas.