Editorial ElPensador.io.- El gobierno no está ayudando a la clase media y no tiene política públicas para ella. No puede haber otra conclusión para un programa de ayuda basado casi enteramente en el endeudamiento de los mismos afectados. Con excepción del subsidio de arriendo, ninguna herramienta importa gasto ni transferencias reales desde el Estado.
Veamos los anuncios del Presidente en detalle.
1) Créditos Blandos
El Mandatario señala que “estos créditos, financiados y administrados por el Estado, tendrán una tasa de interés real igual a cero. Favorecerán a trabajadores de clase media o emprendedores individuales, no cubiertos por el Plan de Protección a Trabajadores Independientes con boleta de honorarios, lo que también incluye a trabajadores cesantes o suspendidos, que hayan experimentado una disminución significativa de sus ingresos… Estos créditos cubrirán hasta el 70% de la caída de los ingresos, se otorgarán durante un período de 4 meses y tendrán un monto total máximo de $2.600.000. Tendrán un año de gracia y 3 años de amortización. El pago de este crédito será contingente al ingreso”.
Estos créditos, explicó el Presidente Piñera en su discurso, “podrán beneficiar a 600 mil trabajadores. Con este mecanismo, más de la mitad de los beneficiarios quedará en una situación mejor que con un retiro del 10% de sus fondos previsionales”.
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Analicemos. Más allá de las dudas básicas (¿Cómo lo va a financiar y administrar el Estado? ¿A través de Banco Estado? Es improbable que una sola entidad administre esa cantidad de créditos, por lo que se puede suponer el involucramiento de otras entidades financieras), se trata del endeudamiento de un segmento que ya antes de la pandemia le era casi imposible reunir los requisitos para obtener un crédito a través de los canales formales. Ahora, deberá comprobar que sus ingresos cayeron… ¿desde cuándo? ¿En comparación con qué período? Si el análisis se hace desde el inicio de la pandemia y no considera el período de la crisis social (desde octubre del año pasado) será un análisis sesgado. Y… ¿cómo se analizará la variabilidad de los ingresos de este segmento de población? Se trata de un grupo que no tiene ingresos estables en su mayoría, que puede pasar largos períodos sin ingresos y que depende de unos pocos proyectos al año que le significan remuneración.
Pero luego viene un segundo aspecto a considerar: el interés real sería igual a cero. Lo que supone un interés nominal, o al menos, una indexación según inflación. No queda claro.
2) Postergación de Dividendos Hipotecarios
“Mediante un acuerdo con los bancos, y con el apoyo de una garantía estatal, los deudores hipotecarios de primera vivienda, que cumplan con los requisitos, que hayan experimentado una caída significativa de sus ingresos y que no hayan accedido a otros mecanismos similares, podrán postergar hasta por 6 meses el pago de sus dividendos hipotecarios, los cuales deberán ser pagados al término del período del crédito vigente”, informó el Presidente.
De nuevo, si bien toda postergación en estos días es una ayuda, no significa aporte y mantiene la deuda, que ahora será con garantía estatal. Es decir, probablemente un mecanismo similar al Crédito universitario con Aval del Estado, cuyos montos se descuentan a los deudores a través de la retención de sus devoluciones impositivas.
3) Ampliación del Programa de Subsidio para Arriendos
“Este nuevo subsidio, que se extenderá por 3 meses, va dirigido a familias de ingresos bajos y medios, que hayan experimentado una caída de ingresos superior al 30%, que no hayan obtenido un beneficio equivalente y que no estén protegidos por el Ingreso Familiar de Emergencia 2.0. Este beneficio alcanzará a 50 mil familias y será de $150 mil pesos mensuales y favorecerá a familias cuyos arriendos no exceden de los $400 mil pesos mensuales”, rezaba el mensaje presidencial.
De nuevo, la trampa será la forma de acreditar la caída de ingresos y cuál será el período de análisis, pues la mayor parte de este segmento comenzó su crisis antes de la pandemia.
4) Ampliación de Créditos con Aval del Estado para la Educación Superior
“Actualmente, más de 760 mil estudiantes, los que representan más de dos tercios de la matrícula de educación superior, cuentan con un crédito con aval del Estado. Para ampliar este beneficio a más estudiantes abriremos un nuevo y excepcional proceso de postulación al Crédito con Aval del Estado, al que podrán acceder los estudiantes que hoy no cuenten con beneficios de pago de matrícula, que hayan visto deteriorada su situación económica y que se encuentren matriculados en instituciones de educación superior acreditadas por el Estado… Estimamos que con esta ampliación del crédito con aval del Estado, más de 130 mil nuevos estudiantes podrán acceder a este beneficio, con lo que más del 80% de los estudiantes de educación superior contarán con apoyo del Estado para cursar sus estudios superiores”.
El presidente indica que este plan incluye recursos por cerca de US$1.500 millones. Pero la gran mayoría de los anuncios no involucran aportes del Estado. Se trata de un programa de endeudamiento, no de aporte estatal. Y de endeudamiento de una parte de la clase media que, o ya está endeudada, o no lo estaba porque ni siquiera cumplía los requisitos para acceder a créditos.
Las políticas sociales no pueden basarse en más créditos. Y en circunstancias como las actuales, es una herramienta cruel desde el punto de vista social. El crédito es útil cuando se toma como un avance frente a una expectativa de ingreso mayor. De esa manera, se transforma en una palanca para el desarrollo de un individuo o una empresa. Pero cuando se usa en una crisis económica en la que no se tiene ninguna claridad ni expectativa sobre ingresos futuros, el crédito es una apuesta al vacío y con un peligro que sólo corre el deudor. La garantía estatal cubrirá el riesgo de los bancos que otorguen las prestaciones, pero no a los deudores en caso de que no puedan pagar, y será su patrimonio el que se ponga encima de la mesa . De hecho, analicemos a partir de mañana las compras de acciones bancarias, considerando que ahora la cartera de deudores se ampliará en varios cientos de miles de individuos, que engrosarán los activos de los bancos en la línea de «cuentas por cobrar».
Quizás el anuncio se hizo con la mejor buena voluntad. Es posible. Pero eso indicaría una miopía social comparable a la del ex ministro Mañalich cuando admitió que no sabía de la pobreza y el hacinamiento. Y si no se tiene más herramientas que las de siempre (las que vienen en la caja «arrégleselas usted solo») estamos en un problema nacional.