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Cleptochile

Por Javier Maldonado.- Cleptocracia chilena. ¿Qué significa y qué es la cleptocracia? Como la mayoría de las cracias, es una palabra de origen griego que se descompone así: clepto, robo; cracia, poder. En cuatro palabras: dominio de los ladrones. Y en otras palabras, el establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capital institucionalizando la corrupción y sus derivados tales como el nepotismo, el peculado o clientelismo político, de modo tal que esas acciones delictivas queden impunes como resultado de que todos los poderes del Estado están corruptos, desde el ejecutivo, el legislativo, la justicia, los funcionarios de la ley y todo el sistema político y económico.

El decir popular lo simplifica diciendo despectivamente que un gobierno es corrupto y ladrón. ¿Qué gobierno? Bueno, el gobierno, o los gobiernos, de un tiempo a esta parte. Sí, pero cuáles gobiernos. Bueno, prácticamente todos, desde hace ya cincuenta años. Bueno, pero quizás pueda dar un ejemplo, o ya que estamos, tal vez varios. Reitero una reflexión que ya se hizo en su momento: fuimos ricos, cultos, educados y decentes. En unas cuantas décadas nos convertimos en pobres, mal educados y corruptos. La bronca que hay no es casual, ni circunstancial, sino peligrosamente profunda y profusa. Propagar la realidad ¿no es eso importante? Si nos enteramos que nuestros semidioses han sido corruptos, mentirosos y ladrones ¿Qué nos queda entonces? Cero, nada, nada de nada. Es la pérdida total.

Hubo, hace algún tiempo, un gobierno completo que muy bien parece haber leído con fruición las narraciones de las Mil y una noches, y en ese portentoso texto, la historia de Alí Babá y los cuarenta ladrones. El sujeto que lo presidía fue acusado y expuesto públicamente por ser un individuo corrupto a más no poder. Se robó varios millones de  dólares, recibió sobornos y comisiones en las compras y ventas de armamento, instaló un sistema represivo político como los peores de la historia, similares a los estalinistas y nazis, con campos de concentración de prisioneros políticos y de políticos prisioneros y, además, usó en su provecho y peculio personal varios alias, siendo el de Daniel López el más conspicuo. Junto con él, sus más de cuarenta compinches, y aún muchos más.

En una cleptocracia  como la nuestra, los mecanismos del gobierno dedican prácticamente todo su tiempo a gravar los recursos y a la población ciudadana con impuestos inverosímiles no retribuibles, desvíos de fondos, etc. Los dirigentes del sistema han amasado grandes fortunas personales, en especial el presidente (todos los presidentes), junto a sus más cercanos, es decir, ministros, subsecretarios, y sus asesores personales, también sus familiares. Los dineros son lavados o se desvían a cuentas bancarias secretas en paraísos fiscales, como encubrimiento del peculado o robo. Así, los expertos –que nunca faltan- sostienen que los regímenes cleptocráticos tienden a decaer constantemente debido a que la corrupción engendrada por los gobernantes subordina la economía a los intereses de los involucrados. Otros observadores utilizan en sus informes la idea de que la cleptocracia permite, y quizás alienta la influencia política de las grandes corporaciones.

La naturaleza sigilosa de la corrupción la vuelve casi imposible de impedir, ya que la identidad de los corruptores suele ser secreta y no existir en lo absoluto información sobre ellos. Ahora bien, para que haya corrupción se necesitan dos: el corruptor y el corruptible, y eso da cuenta de que sin la complicidad ciudadana y funcionaria, la corrupción sería imposible. En la cleptocracia ocurre algo similar, también se requieren dos: el cleptómano y el que hace la vista gorda.

Una mirada a vuelo de pájaro al Chile cleptocrático, permite ver:

  • A 800 ex uniformados del ejército a quienes les pagaron con dineros institucionales cuentas pendientes e impagas por algo más de 2.700 millones de pesos.
  • A unos ex comandantes en jefe del ejército a quienes se les enredaron en los bolsillos varios millones de dólares de gastos reservados.
  • A unos carabineros, en nivel general, que se robaron 35.000 millones de pesos, y creciendo.
  • A unos marinos que compraron buques echándose al bolsillo varios millones de dólares por sobreprecios.
  • A unos funcionarios que compraron trenes españoles en desguase por unos valores superiores a 2.000 millones de dólares, maquinaria que sólo funcionó una vez el día que el presidente aquel hizo un viaje inaugural de menos de cincuenta kilómetros. El bendito tren no funcionó más, nunca más.
  • A unos jugosos pagos que beneficiaron a funcionarios ministeriales cuando negociaron las concesiones de carreteras, privatizando todos los caminos del país.
  • A unos diputados asesores de senadores que aumentaron sospechosamente sus ingresos, y que se niegan a levantar su secreto bancario para ser investigados por la fiscalía ad hoc.
  • A una combativa diputada jefa de bancada de un partido de gobierno que colocó a casi toda su familia en puestos del estado.
  • A un presidente sospechoso de manejos financieros con información privilegiada y que implican a sus familiares más cercanos en el manejo y control de los fondos previsionales de los chilenos y que representan varios miles de millones de pesos.
  • A algunos fiscales acusados de prevaricación y enriquecimiento ilícito.
  • A algún juez acusado de pedofilia.
  • A algunos obispos católicos acusados de abuso de poder, pedofilia y trata de personas.
  • A algunos directores y directoras de colegios acusados de acoso sexual contra sus alumnos y alumnas.
  • A unos banqueros comprando parlamentarios de mercado mediante el financiamiento ilegal de sus campañas políticas para utilizarlos después a la hora de aprobar en el parlamento leyes que les favorezcan directamente.
  • A algunos jueces bien dispuestos a perdonar o rebajar grandes, enormes cantidades –millones de dólares- en las multas que deben pagar por sus ilícitos.
  • A unos altos funcionarios de reparticiones importantes de control financiero, acudiendo a perdonarles los pagos de impuestos adeudados.
  • A más de algún presidente que se exime del pago de impuestos territoriales por sus segundas viviendas vacacionales.
  • A unos empresarios industriales que se coluden para estafar a los ciudadanos consumidores de productos esenciales y alimentos durante años y años, obteniendo de ese ilícito jugosos y anormales ingresos: el más importante de todos estos honorables caballeros declaró, que sin enterarse cómo, ganó más de 2.000 millones de dólares en 11 años de colusión.
  • A un senador a quien sus mandantes le dictaron los textos de una ley que los favoreció con la explotación exclusiva de algunas hectáreas de mar de por vida, operación por la cual le pagaron durante mucho tiempo para que conservara y mantuviese su yate y tuviese ingresos que le permitieran, además de su jugosa dieta, ahorrar para su incierto futuro.
  • A un ex presidente a quien el Estado le paga mensualmente una generosa jubilación, además de financiar las operaciones estratégicas de su fundación “sin fines de lucro”.
  • A dos ex ministros defenestrados por el Parlamento por lo que se les prohíbe ejercer función pública alguna, integrando la banda de asesores de la Presidencia, conglomerado más –y menos- conocido como “el segundo piso”. Uno de ellos conocido con el alias de “ministro express”, por su ejercicio efímero del cargo, y al otro por ser primo hermano del kapo lavoro.
  • A un empresario y ex ministro, repentinamente propietario de exagerados y obscenos derechos de agua, que afectan los accesos al recurso de los campesinos y pequeños agricultores que más lo necesitan.
  • A un empresario dueño de una compañía minera cuyas operaciones afectan a los productores agrícolas de la zona.
  • A una mujer ministra que inventó la idea de que la crisis generada por la epidemia viral fuese financiada por los fondos de cesantía de los propios trabajadores y así desligar al gobierno y al Estado de los efectos negativos del momento económico.
  • A un ministro que afirma que el Estado no tiene recursos para ir en ayuda de los pensionados y también de quienes han tenido que echar mano a sus ahorros previsionales para sobrellevar la crisis. El mismo ministro no duda en financiar las operaciones de varias empresas privadas que así lo requieren.
  • A quienes ocultan que el Estado tiene ahorros depositados como “fondos soberanos” en el país más rico del mundo, y que, además, está en las mejores condiciones para aspirar a créditos de organismos internacionales especializados.

Pareciera estar de más decir que ese ministro obedece al cancerbero del modelo que es uno de los hombres de atrás del funcionario que ejerce la presidencia de la república. A ninguno de ellos les faltará plata a fin de mes; a ninguno de ellos, integrantes activos de la cleptocracia imperante, le falta dinero efectivo para comprar un regalito de navidad a sus nietos, sin olvidar claro que algunos de ellos son socios de su abuelo en empresas familiares que gozan de los parabienes financieros del Estado. Seguramente Alí Babá se estará diciendo por qué diablos se tenía que quedar en Siria y no haberse conseguido una cueva en Chile, donde la han estado dando hace ya mucho. Y con justa rabia daría una orden perentoria: ¡Sésamo, ciérrate!

Alvaro Medina

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