Mundo Académico

Cuando se ignora el ritual del comer

La tecnología puede alimentar y al mismo tiempo desarraigar. Este artículo propone repensar la innovación desde lo cultural y afectivo, reconociendo que comer es también construir vínculos, memorias y justicia social.

Por Nicolás Gómez.-Las políticas alimentarias contemporáneas insisten en que la ciencia, la tecnología y la innovación representan la ruta inevitable hacia la salud pública y la eficiencia. Sin embargo, al reducir la alimentación a un problema técnico, se invisibilizan dimensiones simbólicas y afectivas profundamente arraigadas en las prácticas cotidianas.

El progreso no necesariamente elimina brechas: a veces las reconfigura bajo nuevos discursos, más sofisticados pero igualmente excluyentes.

Más que nutrición: vínculos, roles y memorias

Las tensiones entre normativas biomédicas y significación sociocultural revelan una contradicción de fondo: el alimento no solo nutre cuerpos, sino que construye vínculos, roles y memorias. En este sentido, preparar, compartir y elegir qué comer son acciones atravesadas por género, clase social y ritualidad.

Ignorar estos códigos lleva a que las soluciones tecnológicas —microondas, precocinados, alimentos funcionales— se vivan como imposiciones y no como respuestas.

Ciencia, tabúes y afectos

La racionalidad científica no ha logrado erradicar tabúes ni resistencias simbólicas. En Chile, el consumo de legumbres durante la pandemia mostró cómo las prácticas alimentarias responden a afectos, hábitos culturales y contextos históricos más que a recomendaciones nutricionales.

Mientras se promueve el consumo de frutas y verduras, se omite cómo la inseguridad alimentaria o el alza de precios moldean elecciones dietéticas reales.

Tecnología y roles domésticos

La tecnología alimentaria reconfigura roles domésticos sin necesariamente empoderar. La externalización de las tareas tradicionalmente femeninas y la promoción de la alimentación individualizada reestructuran tiempos, jerarquías y sentidos de cuidado.

Lo moderno no siempre libera: puede desarticular espacios de comensalidad y perpetuar inequidades bajo la promesa de eficiencia.

Hacia una innovación situada

Urge repensar la innovación desde una perspectiva culturalmente situada, que entienda la alimentación como signo social y no solo como variable biológica. Más allá de recetas científicas, necesitamos políticas sensibles a las prácticas, afectos e identidades que configuran el comer cotidiano.

Solo así la tecnología alimentaria podrá cerrar brechas sin borrar historias.

Nicolás Gómez Núñez es sociólogo y académico de la U.Central

Alvaro Medina

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