Por Catalina Valenzuela.- En Chile cerca del 20% de la población adulta tiene síntomas depresivos o presenta depresión, también nuestro país ostenta tristemente la tasa más alta de suicidios, transformándose en la segunda causa de muerte en la población entre 20 y 44 años.
En la niñez este escenario se presenta igualmente horroroso, considerando que 3 de cada 4 han sufrido algún tipo de violencia y que existe cerca de un 12% con trastornos depresivos. Aún frente a este doloroso escenario y cifras, el Estado no destina más del 3% de su presupuesto nacional para cubrir programas y tratamientos en salud mental.
Debemos ser capaces como sociedad, como comunidad, como colectivo, pero, sobre todo, como profesionales de las ciencias sociales y de la salud, de evaluar este difícil contexto y replantear los caminos a seguir. Estas cifras, que golpean el rostro, nos interpelan éticamente y nos obligan a actuar en esta complejidad. No podemos ser indiferentes al sufrimiento humano ni al dolor psicológico, debemos avanzar hacia una sociedad que valore el bienestar, que no deposite el éxito en los recursos económicos, sino más bien en los recursos afectivos y en esos senderos, los psicólogos debiéramos ser los mejores guías.
Este año, a propósito de haber conmemorado el Día del Psicólogo y la Psicóloga conmemoremos también la posibilidad de transformar la capacidad de reconstruir, la necesidad de mirar nuestro alrededor con ojos y oídos dispuestos a cambiar para poner todo el conocimiento, los vínculos, la confianza y la disciplina a disposición de un país que llora espacios de mayor bienestar.
Catalina Valenzuela es psicóloga, investigadora en áreas de la Neuropsicología: Sueño y Desarrollo Cognitivo y directora Escuela de Psicología Universidad de Las Américas