Por Hugo Cox.- Del Frente Amplio se podrá decir de todo, pero nadie podría afirmar que no se mantiene con las botas puestas. Sabemos de su debilidad y que está casi en su ocaso. Pero, en política, ya se sabe que nunca se puede decir “nunca jamás”.
En todo caso, lo que ahora creo que interesa no es el posible futuro de esta formación, sino hacer un balance de su gestión en lo que va del gobierno. Llegaron con la promesa de que iba a ser un gobierno sin corrupción, que era un no a los “pitutos”, que cambiarían la Constitución, que habría reforma tributaria profunda, reforma a pensiones, y un largo etcétera de lo que harían.
Llegaron para cambiarlo todo y no han cambiado nada, mientras la derecha se ha consolidado como un sector democrático. En cualquier escenario del plebiscito, es triunfo para la derecha ya que o se mantiene la constitución que cambiarían, o se promulga una más conservadora aún.
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El Frente Amplio, en conjunto con el PC, instaló un discurso binario de “nosotros o ellos”, provistos además con la argamasa de la moralización (nosotros somos los buenos, ellos los malos. No había posibilidad de transacción alguna con quienes representaban “el mal”. Fueron los arquitectos del entender la política como bloques.
Si fueron tan astutos, ¿qué es lo que falló? ¿Por qué no han podido ser ellos quienes recojan los frutos de esta estrategia que resultó tan exitosa para conquistar el gobierno?
Pareciera ser que fueron “flor de un día”. Al final, se imponen las inercias y, sin negar la audacia de su líder, la fortaleza del socialismo democrático y centro izquierda de cualquier vertiente se sustentan sobre una organización que a pesar de las inconveniencias y la desconfianza aparece relativamente vertebrada territorialmente y enraizada en la identidad de una multiplicidad de votantes que siguen leales, no necesariamente a quien los lidera.
Hoy el Frente Amplio sustenta la gestión de su gobierno en el socialismo democrático, que tiene experiencia de gestión porque tuvieron una larga experiencia. El Frente Amplio estaba diseñado sólo para combatir el poder, no para administrarlo.
En síntesis: “Para conquistar territorio se necesitan caballos, pero una vez conquistado se necesita sentarse en el trono”
Pareciera ser que el ocaso de un partido o coalición política en un sentido más general o simbólico, está vinculado a que la percepción de un partido político puede variar según la opinión pública, los eventos políticos y otros factores. La popularidad y la influencia de un partido pueden cambiar con el tiempo.
Existe una serie de variables que originan el ocaso de un partido como son:
Es importante señalar que estos factores no siempre operan de manera independiente, y la combinación de varios de ellos puede acelerar el declive de un partido político. Además, el «ocaso» de un partido no siempre significa su desaparición completa; algunos partidos pueden reinventarse y recuperarse con el tiempo.
¿Sera este el caso del Frente Amplio?
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