"El tambor en reposo", obra del escultor chileno José Miguel Blanco (1839-1897) ubicada a la entrada de la cripta de Bernardo O'Higgins al comienzo del paseo Bulnes, Santiago de Chile. Moldeada en bronce, fue galardonada con la medalla de oro en la Exposición Nacional de Artes de 1884; personaliza la figura del niño-soldado y los jóvenes que participaron en la Guerra del Pacífico.
Toda unidad militar y naval del siglo XIX contaba con personajes denominados “tambores” fundamentales para la transmisión de órdenes antes y durante el combate. A través de distintos toques de su instrumento, permitían una comunicación rápida y eficiente en medio del caos bélico.
Para 1879, el toque de corneta había prácticamente reemplazado al tambor, al considerarse más rápido y de mayor alcance. Sin embargo, la tradición mantuvo la denominación de “tambor” para el joven soldado que ocupaba ese puesto en la Artillería de Marina, sin importar el instrumento que utilizara.
Gaspar Cabrales fue uno de los tres tambores de la Sexta Compañía del Batallón de Artillería de Marina, y tocaba la corneta. Hijo de Domingo Cabrales y Estefanía Besodilla, nació en Valparaíso el 6 de enero de 1864 y fue bautizado al día siguiente en la Iglesia de La Matriz. Porteño de nacimiento, amaba el mar y soñaba con ingresar a la marina, donde en octubre de 1878 tuvo la oportunidad de embarcarse en una de las guarniciones de la Escuadra que iniciaba una campaña hacia el sur por tensiones con Argentina.
En febrero de 1879, toda su compañía —al mando del capitán Francisco Carvallo— embarcó en el blindado Cochrane y participó en el desembarco y ocupación de Antofagasta y Caracoles. El 28 de marzo, Gaspar Cabrales, con apenas quince años, fue destinado a la guarnición de la corbeta Esmeralda, formando parte de la Segunda Compañía del Segundo Batallón.
En su calidad de tambor, Cabrales pasó a ser el corneta de órdenes del comandante Arturo Prat, y permaneció junto al héroe durante el combate naval de Iquique. Cumplió los toques de “generala”, “atención” y “ataque o calacuerda”, según las situaciones y desplazamientos de la Esmeralda.
A las 11:00 horas del 21 de mayo —fecha inmortalizada en la historia nacional— el monitor Huáscar arremetió por primera vez en ataque de espolón. Prat ordenó el abordaje general, pero su instrucción no pudo ser transmitida por Gaspar Cabrales: en ese preciso instante, su cuerpo fue atravesado por múltiples proyectiles de fusil o metralla de cañón.
Algunos relatos señalan que “una bala le dejó sólo el tronco de su cuerpo”; otros afirman que “el niño-soldado, ejemplo típico de la palomilla brava de Valparaíso, yacía muerto; una granada del monitor le había arrancado la cabeza”. Caído en la toldilla, Cabrales falleció instantáneamente, con sus dedos aún oprimiendo la corneta. Había vivido dos horas y media del intenso combate, cumpliendo las órdenes de su comandante.
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