Por Hugo Cox.- El cine es, en alguna medida, un buen instrumento de análisis prospectivo. Esto significa que ve futuros posibles, explora escenarios hipotéticos y reflexiona sobre las consecuencias de las decisiones actuales.
La prospectiva es el estudio de posibles futuros, a menudo con el objetivo de visualizar escenarios y poder anticipar acciones y soluciones.
El cine puede ser considerado prospectivo, especialmente en su capacidad para imaginar, anticipar cambios y prepararse para ellos. El cine, a través de su narrativa visual y temática, cumple con muchas de las funciones de la prospectiva.
Por ejemplo, películas de ciencia ficción, como “Odisea en el Espacio”; o distopías como ”La Matrix”, “Los juegos del hambre”; son cintas que reflexionan el presente con perspectiva, adentrándose en las corrientes subterráneas del tiempo, o aquellas que dan cuenta de nuevas tecnologías, las que visualizan escenarios de riesgo y crisis.
En síntesis: el cine tiene un papel significativo en la prospectiva al ofrecer una plataforma para la exploración y discusión de futuros posibles. A través de sus narrativas, el cine no sólo entretiene, sino que también educa, advierte y estimula el pensamiento crítico sobre el futuro. Por lo tanto, puede ser una herramienta valiosa para la anticipación y la preparación frente a desafíos futuros.
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Un ejemplo es la película «Gente decente», una comedia chilena dirigida por Edgardo Viereck y estrenada en 2004. La trama gira en torno a un grupo de personas de la alta sociedad chilena que se ve envuelto en situaciones cómicas y absurdas, desvelando las hipocresías y contradicciones de la «gente decente» en la sociedad.
La película se caracteriza por su humor negro y satírico, explorando temas como la moralidad, las apariencias, y las desigualdades sociales en Chile.
La película atraves de sus distintos personajes explora la hipocresía social y cómo las apariencias y el deseo de ser percibidos como «decentes» pueden llevar a las personas a comportamientos inmorales. Asimismo, a través de situaciones cómicas y a veces absurdas, la película crítica la superficialidad y la falta de autenticidad en la clase alta y pone en evidencia cómo los personajes justifican acciones moralmente cuestionables para mantener su estatus.
Aunque no fue un gran éxito comercial, la película ha sido valorada por su crítica social y su estilo cómico, que hablaban de una sociedad en construcción y que hoy se refleja en los hechos que la prensa expone en forma abundante a propósito del caso Audios, Factop y otros.
Walter Benjamín sostenía que” la verdadera catástrofe no está en el suceso, sino en que todo sigue igual de mal, porque nadie encuentra el modo de evitarlo”.
Hoy asistimos a una crisis que la película “Gente decente” ya preveía. Esta crisis tarda en consumarse, pues es la prolongación de varios hechos que se arrastran desde el siglo XX. No es que los hechos se repitan, sino que nos sirven para extraer lecciones. Lo que nos indica la historia es que los hechos ayudan a estudiar y analizar las posibilidades que tiene la conducta humana, cuestión en la que el arte tiene un rol importante, como decía Hannah Arendt, al recordarnos de qué son capaces los hombres en sociedad.
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