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«Hola, llavecita»: La carrera infatigable de Juan Antonio Torres (1968-2020)

Por Carlos Salazar.- Juan Antonio Torres Cabezas partió a los 52 años víctima del cáncer. Como para terminar de dar vuelta de una patada la mesa del 2020. No se lo llevó el Covid, pero sí una pelea contra la enfermedad que perdió por puntos y con la que discutió hasta el final un tiempo extra para concretar la recuperación de la recordada Revista Fusta a la que dedicó sus mejores años. Hasta su último día, Juanano supo reformular en otro medio exitoso dos de sus pasiones: el fútbol amateur y las carreras de caballos. Deporte Rey y de Reyes, llamó a esta experiencia que fue reconocida por el Fondo de Medios para su financiamiento y por una fiel corte de fans en redes sociales.

La visión de Juan Antonio por hacerse cargo de algo que quizás nadie más iba a hacer, pero con rigor y talento, también fue una marca propia, creen sus cercanos. “Cuando empezó su rollo con la tercera y cuarta división demostró mucho oficio e inteligencia. Él sabía que era un nicho inexplorado, pero también le gustaba mucho ese mundo. Tenís que ir a meterte a los potreros para alcanzar ese nivel de reconocimiento que él tiene hoy. El Jota se sabía el nombre de todos esos futbolistas que no salen en la tele y eso es algo admirable”, cree su colega en medios y en las liguillas, Christian Palma.

Dice que cerró un fin de semana de pérdida contándole a sus papás sobre esos partidos de baby en las Canchas de Morón en los buenos tiempos del Torres. Sobre su marca feroz, sus fintas de ilusionista, el remate sorpresivo al arco o la pasión con que celebraba los goles de la pichanga de los viernes que jugaba como si fuera la final de campeonato del Cobreloa del 82, su equipo favorito:

“Se persignaba si metía un gol o le mandaba un beso al cielo. Era de esos centrales a la antigua, de cancha de tierra, de los que no escatimaba en agarrarte el culo si era necesario para defender o sacarte del partido. Otras veces, cuando íbamos 8 a 3 abajo, él te tiraba parriba hasta el último minuto en el que, por lo menos, descontábamos goles.

Siempre de buen trato para discutir, nos pegábamos sus pechazos serios que quedaban ahí en la cancha no más, pero nunca mala leche. Esa pasión también era de potrero”.

Otro de sus golazos fue anticiparse a un mercado precarizante que partió con la extinción de las páginas de hípica y de espacios propios como “La papa en la oreja” donde se expresaba en sus formidables conocimientos del área y compartía pronósticos para las carreras. “Cuando uno lo buscaba, sabía que lo podía encontrar en el paddock, ese lugar donde preparan a los caballos antes de las carreras desde muy temprano. De ahí, para donde fuera, todos los saludaban y le pedían un dato: “Pégate una nombradita!”, le gritaban. Yo le decía que era como el Mago de la Polla Gol y nos íbamos a comer a las cocinerías un churrasco con bebida”, informa el fotorreportero Esteban Garay.

Del paddock a la Troya

Pocos días después de la última frica juntos, Garay dice que otro colega le avisó que el Juanano estaba mal. Terminaba el primer mes de la cuarentena y ya estaba todo el circuito hípico cerrado y Juan Antonio aprovechaba el tiempo libre para convencer a los actuales dueños de la marca Fusta para relanzar la revista una vez acabada la pandemia. Hasta ahora, el éxito de su proyecto editorial y avisadores interesados seguían siendo su principal carta. “La idea es seguir creciendo en todo ámbito”, explicaba en cartas y correos electrónicos que enviaba a los propietarios de la publicación y del dominio en internet.

Colegas de la prensa especializada lo recuerdan también como un tipo innovador e inquieto. Autor de los libros de crónica hípica «El Ensayo» y el primer tomo de «El Derby» (una serie inconclusa), Torres declara en su sitio web: “Nos encantaría realizar transmisiones en vivo de fútbol e hípica. Para tal efecto agregamos al proyecto el programa Deporte Rey y De Reyes Radio, cubriendo la segunda y tercera división, además de la Hípica”. Los correos, llamados y cartas que Torres envió nunca fueron respondidos.

Garay continuó asimilando la mala noticia, al saber, por el mismo Torres, que, tras una gastrectomía, se venía difícil la carrera con la quimioterapia. “Después se recuperó y lo veías en sus fotos sonriente y preparándose para el tratamiento con la misma alegría de siempre. Yo lo sigo recordando como cuando me saludaba al verme: “Wena, wena, llavecita”. Parece que era alguna jerga de los caballos, no sé. Pero me quedó grabado eso”, dice.

Una llave (Entrada en llave o entrada acoplada), en el glosario de Revista Hípica, se refiere a dos caballos con el mismo dueño -o entrenador- que se emparejan como una sola unidad de apuestas en una carrera.

-Ah, es como el yunta, entonces. Reflexiona el fotógrafo.

El ex preparador de purasangres, Javier Meriño, aporta más datos sobre la nomenclatura. El “hola, llavecita”se usa desde siempre en la hípica. Es como el “hola, compadre”, explica. “Lo usas para referirte a tu gente cercana como don Juan lo hacía. Era una excelente persona. Prácticamente el único que se daba el tiempo de entrevistar y nombrar, además de los jinetes y dueños de caballos, a los preparadores y cuidadores. Así fue el 2011 cuando ganamos el Gran Premio Hipódromo Chile con mi caballo Ascot Prince. Don Juan nos hacía a todos sentirnos súper importantes con su consideración por muy humilde que fuera el caballo. Aunque fuéramos los últimos de la cadena”.

El duque en sus dominios

Christian Palma regresa sobre la idea del periodista a la antigua que representa aún Juan Antonio Torres: el caballero sabio, inteligente, con propiedad total para compartir sus conocimientos o impugnar la falta de ellos en los falsos ídolos. De esos que disfrutaban del churrasco con Fanta en la cocinería del Club Hípico y del Pollo al Cognac en una picada como El Lagar de Don Quijote, ahí al costado del Ex Congreso.

“¿Sabes?, Creo que precisamente el Juan Antonio Torres era un Quijote: de esas personas que luchan por los sueños por imposibles que parezcan. Que va detrás de sus ideas sin importarle que nadie más lo siguiera. Tanto como periodista, como deportista o en otros aspectos”. Palma se acuerda de cómo defendía párrafo a párrafo sus páginas de la jibarización que llevó a la Revista Fusta a convertirse -en poco tiempo-en una portadilla. En un recuadro a veces.

Esa pelea la dio en varios frentes y como declaración. Al igual que en varios sectores del periodismo hay cronistas que reportean desde las alturas junto a los dueños del negocio, hay otros como el Torres que lo hacían desde el Paddock. Como un duque moreno en sus dominios. “Me llama la atención que parte del mundo de la hípica que hoy le rinde honores al Juan Antonio, es el mismo que se ganó como enemigo por no haberse vendido. Como en el mundo del periodismo económico o el periodismo de espectáculos, en la hípica hay muchos compromisos, favores y presiones ante las que él nunca cedió. Su proyecto digital que mezclaba el fútbol y la hípica da cuenta de eso y fue un territorio abierto para sus pasiones e integridad”, señala otro de sus colegas de antaño.

“Recuerdo que, en una ocasión, Juan Antonio Torres, por ser consecuente con lo que pensaba y escribía, no fue invitado a un almuerzo para periodistas en los salones del Club Hípico. Juanito asistió igual y fue solo para trabajar sin importarle el gran desaire de las autoridades. Creo que hay una foto de ese momento”. Suman al perfil el ejemplo de su padre, Juan Antonio Torres Araya, presidente del Partido de los Jubilados y célebre por enfrentar con huevos y buena puntería la desigualdad social en pensiones y la colusión de las farmacias. Torres padre, fue uno de los impulsores del fin del descuento del 7% que se hacía a los jubilados en sus pensiones mensuales para financiar a FONASA. “Seguramente, de él sacó ese espíritu peleador ante un cáncer tan complejo. El de peor pronóstico”, agrega el colega.

Terminada la carrera y el desfile, en internet la influencia digital de Juan Antonio se extiende y en ella se juntan las plegarias que hace dos semanas pedían su recuperación y las que hoy lo saludan como el favorito:

“Me arrepiento de no haber ido a la hípica alguna de las tantas veces que me invitó”

“Yo tengo claro que mucha gente se enamoró de la hípica gracias al extraordinario trabajo del Jota”

“A mí me enseñó que el periodismo tiene muchas caras y que su trabajo era tan importante como el de los que golpean con sus noticias y salen en la portada”

Dicen algunas de ellas a la hora del cierre de las apuestas.