Por Carolina Muñoz.- El Día de la Familia se celebró el 15 de mayo, y ha sido así desde 1994, cuando se realizó una reunión de la UNESCO sobre los derechos humanos y se declaró el año de la familia.
Su objetivo es reflexionar sobre el papel fundamental que desempeña la familia en la sociedad y reconocer su importancia en la construcción de un mundo más justo, equitativo y solidario.
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Es crucial reconocer la diversidad de formas que puede adoptar la familia en la sociedad moderna. Desde las familias nucleares tradicionales hasta las familias monoparentales, reconstituidas, extendidas y adoptivas, cada una de estas configuraciones familiares tiene sus propias dinámicas y desafíos, pero todas comparten el objetivo común de brindar amor, protección y cuidado a sus miembros.
En cuanto al papel de la mujer en la familia, es importante destacar su labor durante muchos siglos como pilar fundamental en la crianza y el cuidado de los hijos, así como en la gestión del hogar y el mantenimiento del bienestar familiar.
Sin embargo, es crucial evitar estereotipos de género y reconocer que tanto hombres como mujeres pueden desempeñar roles diversos y complementarios dentro de la familia, según las necesidades y circunstancias particulares de cada hogar.
La familia, vista desde una perspectiva de salud pública, juega un papel fundamental como factor protector de nuestro desarrollo y sostenibilidad social, promoviendo estilos de vida saludables, previniendo enfermedades, reduciendo la mortalidad y fomentando la resiliencia social.
Proporciona un entorno seguro y afectuoso en el que las personas pueden desarrollarse plenamente y alcanzar su máximo potencial. El apoyo emocional y material que brinda la familia contribuye a la resiliencia de sus miembros frente a las adversidades y desafíos que puedan enfrentar en su camino.
Una revisión sistemática y metaanálisis realizado en 2023 sobre el aislamiento social como factor de riesgo de mortalidad por todas las causas reveló un significativo aumento del 33% entre individuos socialmente aislados.
Este dato es muy relevante, ya que la conformación de nuestra sociedad está cambiando, el envejecimiento poblacional, la disminución de la tasa de natalidad y los niveles elevados de estrés generan cada vez más personas socialmente aisladas, lo que nos hace una sociedad vulnerable a diversas enfermedades físicas y mentales.
Es un llamado urgente a replantearnos las formas en las que vivimos y nos relacionamos.
Si queremos un planeta sostenible, es absolutamente necesario vincularnos socialmente, relacionarnos, empatizar con otros y buscar nuevas formas de familia. Conectar con los sentimientos de los demás será lo único que podrá salvarnos como sociedad, mejorar nuestra calidad de vida y superar desafíos como el cambio climático.
Carolina Muñoz Vergara es académica de la Facultad de Medicina en la U.Central
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