Por Hugo Cox.- Un gran amigo a quien me unen algunas historias en común, Patricio Hales, escribió en un diario de circulación nacional una columna sobre la importancia de lucidez y qué pasa cuando falta.
Pareciera que la deshumanización, la falta de asombro ante la violencia en todas sus formas, nos llevan a repetir los errores del pasado, máxime cuando a toda costa se quieren romper con los puentes de la historia y, por tanto, con la construcción de un futuro que cuente con un anclaje más profundo de la sociedad.
A raíz de los muchos acontecimientos, muchos claman un nunca más, pero el solo clamor no evita la deshumanización de las sociedades. La sociedad, frente a este grito, se divide por sus alianzas y muchas veces justifica los actos deshumanizantes que socavan la posibilidad de entendimiento y de lucidez.
El pais ha vivido últimamente una espiral de violencia que en forma paulatina ha ido deteriorando significativamente la convivencia y la seguridad; violencia que ya no provoca asombro, y que lentamente se va normalizando hasta el punto en que se llega a la desafección y la desconfianza, lo que pone en jaque a las instituciones horada la democracia.
En este cuadro, la lucidez desaparece y reina la miopía.
La lucidez dice relación con la capacidad de comprender la realidad política de manera clara, profunda y, por lo tanto, perspicaz, lo que implica reconocer los puentes con la historia. Esto implica la habilidad para analizar situaciones que son complejas, identificar los intereses y motivaciones de los actores involucrados, anticipar las consecuencias de las decisiones y actuar de manera informada y estratégica. Una persona con lucidez política puede ver más allá de la superficie de los eventos y entender las dinámicas subyacentes del poder (con pensamiento crítico y complejo).
En contraposición a lo anterior, la miopía política se nos enfrenta como la incapacidad de ver más allá del corto plazo o de los intereses inmediatos. Se caracteriza por una visión estrecha y limitada de los problemas políticos, la dificultad para anticipar las consecuencias a largo plazo de las acciones y la tendencia a tomar decisiones basadas en consideraciones tácticas o populistas en lugar de estratégicas y con visión de futuro.
La relación entre la lucidez y la miopía política es inversamente proporcional. Cuanto mayor es la lucidez de un actor político, menor será su miopía, y viceversa.
Un líder o una sociedad con lucidez política se caracteriza por una visión a largo plazo que considera las implicaciones futuras de las decisiones presentes e implica características como:
En contraste, la miopía política conduce a:
En resumen, la lucidez es una cualidad esencial para una política efectiva y responsable, mientras que la miopía política puede llevar a decisiones erróneas, inestabilidad y la incapacidad de abordar los desafíos que enfrentan las sociedades. La capacidad de superar la miopía y cultivar la lucidez es crucial para el progreso de toda sociedad.
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