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Las tres patas de la mesa

Por Hugo Cox.- Más allá de las discusiones sobre temas contingentes y los problemas propios de la coyuntura, en su mirada de corto plazo, surge en el horizonte un problema mayor que esconde la crisis sobre la que atraviesa este país. Tal como lo plantea el sociólogo P. Güell, si aún seguimos mirando el presente con la mirada que se le dio al 18 de octubre, lo más probable que surja una gran equivocación, ya que los conflictos de  hoy van adquiriendo mayor complejidad; y nos encontramos en una situación en que la democracia que tanto costo reconquistar una vez más se ve amenazada. (Si bien es cierto que la mirada no es optimista).

Para explicarnos el momento actual figuremos una mesa de tres patas: la cubierta de la mesa es la crisis de Chile y esta cubierta descansa sobre tres patas. Una primera pata es la crisis de un modelo capitalista financiero que no da respuesta a las demandas actuales y a su vez ahonda la desigualdad existente, generando malestar y encono.

La crisis económica es de tal magnitud que, según cifras del Banco Mundial, 2,3 millones de personas de clase media caen en zona de vulnerabilidad y 300.000 personas caen de clase alta a clase media, con un descenso del 40% del ingreso en hogares en que una persona perdió el trabajo. En contraposición a lo anterior vemos cómo los más ricos son más ricos (ver informe FORBES) y en ese informe el Presidente aumenta su fortuna en alrededor de 300 millones de dólares; aquí está la demostración más clara de las desigualdades que genera el modelo, y cómo éste se transforma en una fábrica de desigualdades

Por otra parte, la pobreza ha aumentado en forma sostenida y esto lo visualizamos en el aumento de los campamentos en el país, en el número de hogares sin pago de luz y agua (servicios básicos).

La segunda pata de esta mesa está en la caída de las instituciones políticas ya sea congreso, gobierno, partidos políticos, justicia, instituciones que garanticen la seguridad pública como Carabineros, Investigaciones y Fuerzas Armadas, lo que se expresa en su falta de credibilidad y creciente desprestigio, producto de que las personas ven que quienes pertenecen a ellas dejan grandes vacíos de transparencia y corrupción en aumento. Si bien es cierto este es un fenómeno global en Chile, se palpa con claridad en este ámbito.

La tercera pata de la mesa tiene que ver con el actual gobierno, que es un gobierno desfondado políticamente, sin una estrategia política que permita conducir el país, no hay credibilidad en él. La «Letra chica» es un dicho que ya está en el inconsciente de la sociedad y que refleja a un gobierno que no gobierna.

Estos tres vértices, y cada uno con sus propias crisis, hacen que la situación sea cada día más compleja. La única puerta abierta para buscar una salida es la conformación de la asamblea constituyente que puede permitir construir los mínimos sobre los que la sociedad puede descansar.

Si revisamos la historia larga de este país encontramos que las elites dominantes han actuado frente a este tipo de fenómenos con violencia, léase Guerra Civil (1981); masacres como la de la Escuela Santa María, el Seguro Obrero, Pampa Irigoyen, El Salvador, la Coruña etc.; y golpes de Estado como el de Carlos Ibáñez  y el de 1973, con nefastas consecuencias todos. Si no se logran acuerdos mínimos, el país puede desembocar en crisis mayores que hacen inviable una consensuada salida.

Hoy es el momento de empezar a construir una salida, que tenga presente los conflictos actuales y sea coherente con la eliminación de las desigualdades, inequidades. Los principales nudos están en los siguientes puntos y que deben ser abordados de inmediato:

  • Economía: En el país la inversión está detenida. No se generan los empleos mínimos requeridos. El apoyo a  las pequeñas y medianas empresas es escaso. No se mejora la educación, ni la investigación ni la transferencia de tecnología. No hay empleos.
  • La desigualdad: En las últimas décadas ésta se ha acentuado. La pobreza está fuera de control, la precariedad ha aumentado.
  • La falta de autonomía del poder público: El Estado se ha debilitado y los compromisos del gobierno con los intereses especiales han llevado a que se pierda la noción del interés público y a que los intereses colonicen las instituciones. Esta situación sigue contribuyendo al dominio del dinero  y a que prevalezca la corrupción.
  • La percepción del ciudadano de falta de efectividad de la justicia.
  • El problema de la delincuencia y del peso de las organizaciones criminales.
  • La falta de control sobre el dinero que entra a la política: La falta de una reforma electoral que permita el voto electrónico y anticipado con el objetivo de lograr la mayor participación posible sabía necesaria para controlar el dinero, reducir el costo de la política y transparentar la relación con los medios, ha dejado estragos.
  • Un nuevo diseño institucional ya que el actual va quedando obsoleto. El inadecuado diseño institucional para adecuar el régimen de partidos y la relación entre los Poderes a la nueva realidad y nuevos pesos de las fuerzas políticas.
  • Avanzar a una descentralización del país valorar las diferencias regionales.
  • Abordar en forma seria la problemática de los pueblos indígenas.

Estos serían los mínimos sobre los cuales construir acuerdos.