Por Miguel García.-En términos del discurso, no cabe duda de que el patrimonio es un tema que nos congrega, que (en general) nos une, y que refuerza nuestra identidad. Sin embargo, en un territorio que cada día es más multicultural y diverso, la definición, comprensión e interpretación de los recursos patrimoniales, así como el constructo cultural que se elabora en su entorno, no está exento de interpretaciones, discusión e incluso polarización, en virtud del valor que unos u otros otorgan a estos recursos patrimoniales.
De esta forma, el valor del patrimonio se construye, no sólo a través del vínculo que establecemos personalmente con su existencia y memoria, sino que adicionalmente a partir de nuestra capacidad de comprender otras culturas, pueblos o realidades, a través de la valorización de su patrimonio, sea este material o inmaterial.
Así, nuestro país se transforma en un paisaje multicultural donde convergen, y seguirán expresándose y consolidándose, recursos y expresiones patrimoniales cada vez más diversas, sobre las cuales se hace indispensable establecer un diálogo constructivo, integrador, empático y acogedor, que nos permita construir en armonía el nuevo Chile intercultural que heredaremos a nuestros hijos.
La propuesta es que dicho diálogo sea transversal, que ocurra en las escuelas y en las familias, en las universidades y en los clubes de adultos mayores, en el barrio y en los espacios de culto. Proceso de diálogo que, de ser activado, nos ayudará a encontrarnos culturalmente, develando las diversas expresiones patrimoniales que fortalecen el crisol de identidades que hoy convergen en nuestro país.
Miguel García es académico de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Central