Opinión

Del Plan Camelot al Big Data, la huella indeleble del intervencionismo de Estados Unidos

Una novela que desenmascara el Plan Camelot, una operación de control social y político encubierta en nombre de la ciencia, cuyo legado resuena hasta hoy en las estrategias de vigilancia y manipulación masiva, desde la Guerra Fría hasta la era del Big Data.

Por Fernando de la Cuadra.- La novela Camelot (Ceibo Ediciones) del periodista y escritor Dauno Tótoro Taulis, publicada recientemente, nos remite —con una combinación de brillante ficción y periodismo de investigación— a los laberintos de la implementación del Plan Camelot en Chile. Por sus páginas desfilan numerosas personalidades de la política mundial y nacional —algunos aún vivos—: estrategas en geopolítica, intelectuales, científicos, sociólogos, periodistas y personas vinculadas, de una u otra manera, con este proyecto de intervencionismo estadounidense en América Latina y otros países del llamado Tercer Mundo.

El Plan Camelot fue un proyecto secreto diseñado a principios de los años sesenta por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, utilizando como instrumento encubierto el Centro de Investigación para el Desarrollo Social (CRESS), entidad vinculada al ejército de EE. UU. En él participaron 33 científicos sociales provenientes de las principales universidades del país, como Harvard, Stanford, Yale, Princeton, UCLA, Cornell, Michigan, Vanderbilt, Washington y Pittsburgh (catalogoadquisiciondelibros.cultura.gob.cl).

Su propósito principal era prevenir e impedir la emergencia de insurgencias revolucionarias en países subdesarrollados —especialmente en América Latina— mediante una gran cantidad de información para construir escenarios de riesgo a la “democracia”, según los parámetros del gobierno estadounidense. Estudiaban minuciosamente estructuras sociales, políticas y económicas y, a nivel micro, pretendían comprender y manipular las opiniones ciudadanas de aquellos países considerados amenazantes para la seguridad nacional de EE. UU. (Wikipedia, Página 19).

El Plan Camelot se proponía recolectar datos a gran escala para generar modelos predictivos capaces de evaluar el surgimiento de conflictos sociopolíticos o guerrillas de izquierda que pusieran en jaque el control estadounidense. De esta forma, se diseñarían estrategias de intervención para mantener la “estabilidad democrática” mediante una herramienta permanente de contrainsurgencia cultural e ideológica en el marco de la Guerra Fría (Wikipedia, Página 19).

Para esto, se integraban metodologías de ciencias sociales con recursos informáticos desarrollados por ingenieros vinculados al Pentágono y al Departamento de Estado, con apoyo técnico de IBM (laizquierdadiario.mx).

En la novela, varias décadas después de que se denunciara el Plan en 1965, el periodista chileno Federico Hellström recibe de la exdiputada María Maluenda un par de carpetas con documentos e informes de la Comisión Especial Investigadora del Congreso, de la cual ella formaba parte como representante del Partido Comunista. La comisión concluye que efectivamente el Plan Camelot buscaba contratar investigadores sociales chilenos para obtener información científica que permitiera “predecir e intervenir ante cualquier posibilidad de un brote insurgente” mediante el análisis de variables sociales, culturales, políticas y económicas (Historia Global Online).

Tras sumergirse en la ardua tarea de clasificar y descifrar la información de Maluenda, Federico llega a la conclusión de que la denuncia hecha entonces por el diario El Siglo —respaldada, entre otros, por el sociólogo noruego Johan Galtung — fue enterrada por la mayoría de los miembros del Congreso y luego condenada al olvido por los principales medios de comunicación del país, controlados por grupos con interés en silenciar el escándalo (Historia Global Online, laizquierdadiario.mx).

La clase política y los científicos sociales que aspiraban a participar en el desarrollo y aplicación del Plan Camelot en Chile también colaboraron en este conveniente olvido. Es decir, tanto la mayoría de los congresistas como el gobierno de Frei Montalva decidieron sepultar olímpicamente el problema, aceptar las disculpas del gobierno de L. B. Johnson y creer que el supuesto “proyecto de investigación” sería definitivamente cancelado. Sin embargo, sabemos hoy que sus objetivos continuaron vigentes bajo otros programas con distintos nombres.

Como estudios posteriores lo confirman, Chile fue elegido como país modelo para implementar estudios derivados del Plan Camelot porque se consideraba que reunía todos los requisitos: una sociedad políticamente polarizada, pero institucionalmente estable —ideal para analizar posibles rutas hacia una revolución futura.

La trama de la novela es sorprendente, pues transita entre realidad y ficción. Personajes reales como John F. Kennedy, Robert McNamara, Rex Hopper, Hugo Nutini, Daniel Ellsberg, Salvador Allende, María Maluenda, Andrés Aylwin, Ricardo Lagos, Luis Corvalán, Raúl Urzúa o Álvaro Bunster, se mezclan con personajes ficticios de enorme verosimilitud como Federico Hellström (alter ego de Dauno Tótoro), César Avendaño (el extraordinario CGSP), Pamela Antinao y otros.

Esto permite al lector viajar continuamente entre un mundo inventado y la realidad concreta del Plan Camelot, conocido en su época por el gran revuelo que causó y que hoy podemos recuperar gracias a esta obra, que se asemeja más a un periodismo investigativo construido en forma de ficción.

En ciertos pasajes se aprecia con meridiana claridad cómo las élites, agentes de servicios secretos e intelectuales como Paul Lazarsfeld abogaban por la aplicación de métodos cuantitativos en sociología, comunicaciones y planificación de mensajes prediseñados para influir decisivamente en la conducta social, política y de consumo. La novela sugiere que su enfoque era precursor de los modernos sistemas de control cultural y cognitivo.

Efectivamente, los esfuerzos de control social mediados por recursos sofisticados en los sesenta hoy se realizan mediante el Big Data: el procesamiento masivo de datos de millones de personas para inferir sus inclinaciones ideológicas, necesidades culturales y políticas, y así influir en sus decisiones de consumo y voto. Esto ha quedado demostrado, por ejemplo, en la influencia de la empresa Cambridge Analytica (filial de SCL Group) sobre el referéndum del Brexit y la campaña presidencial de Donald Trump, así como en procesos políticos en Brasil con Bolsonaro. Estas prácticas evidencian derivados modernos del Plan Camelot en acción (en.wikipedia.org, politico.eu, en.wikipedia.org, neilsandersmindcontrol.co.uk, investopedia.com, axios.com).

El libro de Tótoro nos recuerda que, aunque el Plan Camelot fue oficialmente clausurado tras su fallida implementación en Chile, muchos otros programas de intervención y control social han continuado desde entonces, como parte de una estrategia consolidada de Estados Unidos para mantener su hegemonía, especialmente en las naciones que considera dentro de su área de influencia.

 

Consultar también

  • The Guardian: cómo Cambridge Analytica usó datos de Facebook y Politico para influir en Trump y Brexit (theguardian.com)
  • Politico: declaraciones del denunciante Chris Wylie sobre posible fraude en elecciones y referéndum (politico.eu)
  • OpenDemocracy: reuniones entre Leave.EU, Steve Bannon y Cambridge Analytica durante el Brexit (opendemocracy.net)
  • Wikipedia: resumen del escándalo de Facebook–Cambridge Analytica y sus implicaciones políticas (en.wikipedia.org)
  • Wikipedia: trayectoria y teoría de Paul Lazarsfeld, pionero en estudios de comunicación y efectos sociales (en.wikipedia.org)
Alvaro Medina

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