Por Claudio Arzola Foitzick.- ¿El viejito pascuero será capaz de llegar con los regalos en esta Navidad del 2020? ¿O tendremos que esperar hasta Pascua de Resurrección? Es que es la primera Navidad en un año sacudido por una de las pandemias más grandes que hemos vivido en tiempos modernos, que nos ha obligado a cambiar todas nuestras habituales costumbres de consumo, sociabilización y celebración.
Ahora todo es a distancia y con distancia. La internet ha jugado un rol preponderante en este nuevo juego, en cuanto a la forma de comprar, principalmente, sin mencionar las reuniones familiares por videochats entre otros grandes cambios.
Salir a un mall o a alguna tienda a comprar, un simple regalo, quizás podría ser la peor experiencia de compra que se ha tenido en años: largas filas sólo para entrar al comercio deseado; luego, largas filas para pagar. Y todo obligado por la emergencia sanitaria imperante en Chile y también en el mundo.
Estamos a poco más de un mes de la fiesta más importante en el mundo católico y -por qué no decirlo- la fiesta más grande para el comercio en general. Ofertas tras ofertas, a través de los distintos sitios webs de todas las tiendas, que ya han tenido experiencia en esta modalidad y también para otras nuevas que se han visto obligadas a utilizar las ventas online, nos llegan habitualmente.
Los renos en problemas
Lo que ha tenido como consecuencia un gran desafío para las empresas de logística en nuestro país y también para las internacionales. Y el reto es grande en estas últimas porque muchas personas audaces siguen comprando en China o EEUU, aunque signifique una espera de meses para recibir su anhelada compra, demora que también podría replicarse esta Navidad.
Pese al llamado de los comercios a que la gente adelante sus compras, para evitar el atochamiento que se ha visto en los últimos meses en las bodegas de los transportistas y todos los problemas que conlleva, la gente sigue dejando para la última semana el tema de los regalos.
Consecuencias que rebotan en todas las operaciones de entrega de estas empresas que ya hemos visto por las noticias y ridiculizadas con memes en las redes sociales. Esta Navidad es la primera en una pandemia, al menos para los chilenos, con una población consumista que ha ido creciendo en los últimos años, y donde los regalos pequeños no tienen cabida. Las bicicletas -uno de los primeros regalos en las listas de deseos de muchos niños-, no importando el estrato social, así como otros productos de grandes volúmenes, como televisores o equipos de música, serán la prueba de fuego para la logística del reparto.
Los gnomos no dan abasto
También pondrán a prueba al retail la distribución y abastecimiento de los locales establecidos o las bodegas de venta por internet, con el cuestionamiento a cuál de los dos se le dará mayor importancia ya que, por el distanciamiento social, las personas preferirán comprar online.
Incompresiblemente, las grandes tiendas del retail, mantienen en forma separada la operación de las tiendas en línea y las de venta directa-presencial, por lo que no es nada sencillo acceder a los productos de los escaparates, en el caso que un cliente compre online y desee retirar en forma inmediata, lo que significa, que el retiro en tienda podría ser aún más demoroso que el mismo envío a domicilio. Lo único que lo diferenciaría es el costo cero del envío.
Por otro lado, los cambios obligados de prendas de ropa o calzado, en los días siguientes a Navidad, que significarán una aglomeración aun mayor en las tiendas respectivas en forma presencial, cuestión que ya se ha visto con las ventas de los cyberdays, últimamente, donde largas filas en tiendas de renombre en los malls ponen en duda la eficiencia de la modalidad de aforo, que por lo general es de 2 a 5 personas en el interior de las tiendas y otras 100 personas en los pasillos, esperando a entrar.
Esto es una señal que nos indicaría la oportunidad de cambiar nuestros hábitos de compra (quizás no para siempre), y dejar de ser, por un momento tan “a la chilena”, dejando todo para última hora, con la posta de tienda en tienda comprando como locos, y aprender a ser más organizados en el tiempo. Y quizás también es un llamado a pensar que la Navidad no se trata de solo regalos, sino de un instante de reflexión después de un año muy duro, como éste que nos ha tocado vivir y, por consiguiente, valorar más el tiempo en familia y amigos pese haber estado confinados tantos meses juntos.