Por Carlos Cantero O.-Hay quienes siguen pegados en el tema de la nueva Constitución. No cuestiono que esto se debe hacer. Voté a favor de una nueva carta fundamental y de la Asamblea Constituyente. Me dolió ver dilapidada una oportunidad que se transformó en un circo. Una mala propuesta que no apuntaba a la unidad de los chilenos. Me repugna ese enfoque radical de desprecio a la institucionalidad, de irrespeto a los valores patrios: bandera ni himno nacional. Un mes antes del plebiscito anuncié en la Revista Occidente lo que sería finalmente el resultado. Era evidente la polarización.
Hoy no atino a comprender la insensibilidad y lo ajeno a la realidad que están en el gobierno y también, en el Parlamento. Las prioridades equívocas y el doble estándar institucionalizado en múltiples áreas y materias. Andan con la brújula descalibrada, con un derrotero preñado de contradicciones. Borran con el codo lo que escribieron con la mano. Las dificultades para gobernar son evidentes: “Otra cosa es con guitarra”, ¡reconocen!
Debo confesar que me pregunto: ¿Será primera prioridad una nueva constitución? Mi prioridad-país hoy es resolver el desgobierno, la falta de liderazgo, detener la anomia, recuperar el Estado de derecho, enfrentar la violencia, parar el narcotráfico en todo el país, detener el abandono de nuestras fronteras violadas diariamente. Lo digo fuerte y claro: ¡Hay un enorme desgobierno!! Aunque es más honesto decir: ¡Continua el desgobierno!, ya que viene desde el gobierno anterior. Muchas autoridades han actuado de manera pusilánime.
Chile está polarizado, políticamente va de extremo a extremo. Es necesario prender las alertas porque se asoma el populismo, desde la vertiente pseudo-ciudadana. En medio de este proceso veremos operar la narco-cultura, que tratará de lograr poder político, como pasa en países vecinos. Luego la tensión será incontrolable, unos tratando de imponer orden y otros de subvertirlo.
¿Qué priorizamos? ¿Constitución o Gobernabilidad? Si no se puede lo menos ¿Se podrá lo más? Los ciudadanos miran atónitos la degradación de la política, la descontrolada extensión de la delincuencia, la violencia y el narcotráfico. Pero la ciudadanía chilena debe asumir su responsabilidad en este descalabro. Como dice el refrán: “La culpa no es del chancho, sino del que le da el afrecho”. Señalando la responsabilidad cómplice de quienes al votar (o no) permiten el mal. Usted, señora y señor, los ciudadanos que votan y también los que no lo hacen, son los responsables. ¡De ustedes pende el destino de Chile! La ciudadanía debe participar activamente priorizando su mandato, exigiendo excelencia en la política.