Por Juan Medina T.- El Presidente Piñera dio a conocer, hace algunos días, una inversión de casi 40 mil millones de pesos para transformar el Zoológico del Parque Metropolitano en un nuevo espacio, donde, “además de exhibir a los animales -y ojalá en un hábitat mucho más cercano a lo que es su hábitat natural- podamos desarrollar, de verdad y a fondo, labores de protección, de conservación, de investigación, de rehabilitación y de educación ambiental». Así, el Mandatario hacía suyo el objetivo de los creadores del actual zoológico inaugurado en 1925.
Bueno es recordar que en el siglo XIX las principales ciudades de Europa y Estados Unidos tenían Jardines Zoológicos. Por ello, construir uno en Santiago era importante. La idea se remonta a 1875 cuando el profesor Lefébre realizó en la Quinta Normal una exposición de animales exóticos, encargados en forma especial a una empresa zoológica parisiense.
Posteriormente, en 1882, el profesor Julio Bérnard inauguró en la misma Quinta Normal un parque zootécnico y, en 1902, el profesor Carlos Reed fundó un zoológico de animales chilenos en Concepción.
Cuando Alberto Mackenna Subercaseaux asumió la Intendencia de Santiago hizo suya la idea de crear un Jardín Zoológico en nuestra capital y, junto con el profesor Carlos Reed, iniciaron una campaña para obtener los terrenos y el financiamiento.
El resultado de dichas iniciativas fue la dictación del Decreto Secc.1ª Nº 525 del Ministerio de Agricultura Industria y Colonización, de fecha 25 de mayo de 1925, firmado por el Presidente Arturo Alessandri, mediante el cual se creó el Jardín Zoológico Nacional de Chile en el cerro San Cristóbal, considerando, dice el documento, la influencia educadora de estos establecimientos. Su organización y funcionamiento dependían de la Intendencia de Santiago y se nombró como Director Honorario al profesor Carlos Redd. Al mismo tiempo, el Ministro de Agricultura, Claudio Vicuña, destinó $ 60.000 para iniciar las obras.
El 1 de septiembre de 1925 el Ministerio del Interior dictó el Decreto Supremo Nº 4273 destinando siete y media hectáreas del cerro San Cristóbal, situadas al costado oriente del funicular, para instalar el Jardín Zoológico. A cargo del proyecto quedó el arquitecto Carlos Alberto Prager.
En los primeros días de diciembre de 1925 llegaron a la Estación Mapocho más de setenta animales donados por los zoológicos de Mendoza y Buenos Aires.
Los animales fueron desembarcados en medio de la curiosidad del público y trasladados a su nuevo recinto
En esta primera colección destacaban un ejemplar híbrido de cebú de la India, un toro ñato argentino, una vaquilla ñata, dos boas, un guanaco, varios ejemplares de guacamayos rojos del Brasil, una pareja de jabalíes del Cáucaso, unos monos pequeños, una vicuña, un papión, unas llamas y un camello a medio esquilar. El animal, a su paso por la ciudad de Los Andes, había sufrido el ataque de unas damas aconcagüinas que habían escuchado que los pelos de camello tenían la virtud de curar el dolor de muelas y, tijera en mano, se acercaron al vagón del ferrocarril donde estaba el camello y se dispusieron a hacer acopio de provisiones para su botiquín casero. Lo tenían a medio esquilar cuando intervino la policía.
En esa fecha los recintos en el nuevo Zoológico no estaban terminados y el apresuramiento por traer los animales lo explicó Alberto Mackenna como una estrategia para presionar al Gobierno a conceder los fondos necesarios para el proyecto.
Así en una sencilla ceremonia, realizada el Sábado 12 de diciembre de 1925 fue inaugurado el Jardín Zoológico Nacional. Al acto asistió el Vicepresidente de la República, Luis Barros Borgoño, acompañado de los Ministros de Guerra, coronel Carlos Ibáñez del Campo, y de Higiene, doctor Pedro Lautaro Ferrer, junto a representantes del Cuerpo Diplomático. La comitiva subió en funicular hasta el zoológico siendo recibida en el lugar por el Intendente de la provincia, Alberto Mackenna, y el Director del Jardín Zoológico Nacional, Carlos Reed. Los asistentes visitaron las modestas instalaciones que habían sido hechas en el breve espacio de mes y medio. En la ocasión el Vicepresidente de la República felicitó a los organizadores de esta obra.
En su discurso, Alberto Mackenna destacó que gracias a la generosidad del Intendente Municipal de Buenos Aires y del Director del Jardín Zoológico de Mendoza, se echaron las bases de este pequeño zoológico. Enfatizó que todo lo hecho en mes y medio de trabajo se debía a la cooperación de un grupo de personas entusiastas por el zoológico y que ante la falta de medios para girar al contado se había apelado al crédito, pensando que las entradas que pagaría el público permitirían saldar las deudas. Luego Carlos Reed, manifestó que el nuevo recinto debía ser un instituto de investigaciones biológicas y de ensayos de multiplicación de especies en vías de extinción, coincidiendo en este aspecto con la visión de Alberto Mackenna, que consideraba al zoológico como un valioso auxiliar de la enseñanza de las ciencias naturales y un gran factor para la educación.
Así empezaba a funcionar esta nueva obra de adelanto del cerro San Cristóbal cuya entrada costaba un peso para los adultos y cincuenta centavos para los niños.
Durante su primer año de funcionamiento el zoológico recaudó $ 76.182. En 1930, la cifra se elevó a $253.207,05, lo que correspondía a la asistencia de 220.525 adultos y 53.203 niños que cancelaron su entrada. Además, hay que contabilizar el ingreso gratuito de 1.581 profesores y 36.828 estudiantes y conscriptos, lo que da un total de 312.137 personas. Este aumento coincidió con un agresivo programa de construcción de recintos para animales y con el aumento de la población animal. En efecto, en enero de 1930, por intermedio de la Casa Karl Hagenbeck de Hamburgo, llegaron a Valparaíso 35 ejemplares de diversas especies.
El traslado de estos nuevos habitantes del zoológico hasta la Capital fue largo y peligroso. Las jaulas con tigres, leones, panteras, osos, elefantes, canguros, cebras, antílopes, camellos, serpiente pitón y otros, pusieron la nota de suspenso y mantuvieron alerta al grupo de cuidadores a cargo de su custodia ya que cualquier accidente podía provocar una desgracia. Afortunadamente no pasó nada. El costo total de esta nueva colección fue de $ 120.000 que fueron pagados en cuotas.
El Jardín Zoológico se convirtió en la década del 30 en el centro de mayor atracción de público de Santiago; miles de personas de todas las edades y clases sociales asistían los domingos interesados en conocer la colección de 371 mamíferos, 1.514 aves, 29 reptiles, 17 batracios y 20 peces que habitaban los ochenta recintos construidos en medio de jardines y prados, retamos en flor y entre aquella floración, una gran cantidad de pavos reales que vivían en completa libertad, ajenos a los visitantes. Así también andaban gallinetas y gallinas de ciertas razas escogidas.
La historia del zoológico nos muestra hechos realmente interesantes en el desarrollo de programas de reproducción de especies chilenas en vía de extinción y programas de atención educacional a miles de estudiantes, transformando así en una gran sala de clases.
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