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Venezuela: ¿una nueva Siria?

ElPensador.io.- Los apoyos internacionales que suman el proclamado Presidente Encargado de Venezuela y líder de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, y el régimen de Nicolás Maduro, es mucho más que una colección de saludos de un lado o de otro. Significa un escenario geopolítico particularmente delicado que tiene un preocupante parecido con Siria.

Igual que en Siria, Rusia aparece apoyando a un régimen cuestionado por su gestión económica, violaciones sistemáticas de los derechos humanos y las libertades fundamentales y la legitimidad de los procesos políticos que ha construido para mantenerse en  el poder. Y Estados Unidos, dando la idea de sustentar a la oposición.

Igual que en Siria, los afectados -millones de venezolanos empobrecidos o con miedo- se han esparcido por las naciones vecinas en un éxodo sin precedentes en la historia latinoamericana. Igual que en Siria, el protagonista principal es un país con riquezas petroleras, y los actores de reparto grandes potencias con intereses estratégicos.

La diferencia es que Siria está en el patio trasero de Rusia, y Venezuela está en el patio trasero de Estados Unidos.

Análisis interno

La oposición venezolana ha dado un paso valiente y ha jugado sus cartas con inteligencia, pero apostando a encerrar a Maduro con apoyos internacionales. La jugada implicaba admitir la salida constitucional basada en la usurpación del poder por parte del sucesor de Chávez, sumar el apoyo de al menos una parte de las Fuerzas Armadas al ofrecer una amnistía a quienes se sumen a una salida constitucional y lograr el mayor número de reconocimientos internacionales que terminara aislando a Maduro.

La apuesta contaba previamente con el apoyo de Estados Unidos y el Grupo de Lima, además de la mayor parte de la OEA, y posiblemente con la posibilidad de que grandes potencias como Rusia y China se mantuvieran neutrales. La idea parecía ser asfixiar al régimen de Maduro y obligarlo a renunciar.

Pero no era tan fácil. En la ecuación de un presidente desgastado, una crisis como esta con intervenciones internacionales le viene como anillo al dedo. Le permite convertir su crisis interna en una con enemigos externos, le da la posibilidad de crear un escenario de victimización frente a “complots”, de girar el espejo para presentarse como un desmedrado David frente a una serie de Goliats que buscan derrocarlo. En definitiva, le abre la puerta a que la comunidad internacional olvide el origen de la crisis, que es su propia gestión fracasada, sin respeto por las libertades fundamentales y una economía que lleva día a día a la miseria a sus habitantes. De nuevo, un trágico parecido con Siria. Es revelador el tipo de apoyos que ha sumado Maduro: Rusia, Turquía (Erdogan le envió un mensaje: “¡Mi hermano Maduro! ¡Mantente en lo alto, estamos contigo!”) e Irán. También Bolivia.

En este escenario, lo preocupante de esta situación es la intervención de las potencias. Si se sigue pareciendo a Siria, Venezuela podría terminar con apoyos que vayan más allá de los diplomáticos, en un juego de ajedrez en el que tanto Maduro como la oposición se vean obligados a concretar las promesas internacionales. En ese juego de posiciones, va a bastar que uno de los concurrentes haga una movida violenta (como la detención de Guaidó) para que se desate un escenario cuyo fin es difícil de vislumbrar, salvo por la tragedia obvia que acarrearía.