El académico Carlos Guajardo critica la tendencia moderna de mantenerse siempre activos y aboga por espacios de educación que valoren el ocio como momentos de aprendizaje.
Por Carlos Guajardo Castillo.- Byung Chul Han es uno de los filósofos contemporáneo más leídos del mundo a partir de la crítica que establece sobre la sociedad del siglo XXI.
Al respecto, hace un elogio a la “inactividad” del ser humano, no por el hecho de no querer hacer nada, sino más bien por la costumbre que se nos ha impuesto al estar permanentemente en “modo mecánico”.
Esta constante actividad termina catalogándonos como productivos y competitivos del resto de las personas. Sin embargo, nos hace renunciar al ejercicio de detenernos y transparentar que la “inactividad” es también necesaria.
Lamentablemente, la educación en todos sus niveles, tiene un grado de responsabilidad y temor por la “inactividad”.
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Estudiantes y docentes, día a día, son “sometidos” a una sobrecarga de trabajo curricular y administrativo que no les permite aprovechar su tiempo libre a través de acciones de enseñanza–aprendizaje libres de preocupación y de goce humano.
No es en vano que, después de la pandemia, exista un aumento jamás antes visto de profesores y estudiantes con problemas de ansiedad, estrés, insomnio y obesidad como consecuencia de una exigencia desenfrenada por nivelar los contenidos no alcanzados en tiempos de cuarentena.
El asunto es que terminamos normalizando inconscientemente la condición de producir por producir, como objetivo central del ser humano, haciendo a un lado una infinidad de riquezas. Continuaremos desencantados y asfixiados por no darnos el tiempo para la “inactividad” como un bien inminentemente necesario.
Si los Estados, gobiernos y organismos de la sociedad civil no consideran la crisis del “saber producir desenfrenadamente”, dejaremos de ser felices y viviremos simplemente del “para–algo”.
Mientras tanto, ocupémonos de dar señales simples, como alejarse de las pantallas por un instante, permitir que los niños jueguen y exploren hasta agotarse, utilizar el dinero para los fines que sean necesarios y contemplar la “inactividad” como una dimensión de supervivencia para el beneplácito humano.
Carlos Guajardo Castillo es director de la carrera de Pedagogía en Educación General Básica en la U. Central