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¿Quién controla a los notarios?

ElPensador.io.- Un informe de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) establece la necesidad de que se revise el sistema de fiscalización a las notarías, que en la actualidad recae en las cortes de apelaciones, debido a las dificultades de controlar la multiplicidad de los servicios que prestan estas entidades.

La recomendación va en la misma línea de lo señalado por un acuerdo de la Corte Suprema de 2015 y que fue ratificado por el ex presidente del máximo tribunal, Hugo Dolmetsch, ante una comisión investigadora de la Cámara de Diputados.

Según el informe de la FNE, pese a que algunas de las tareas de los notarios parecen “relativamente fáciles de fiscalizar” -como el cumplimiento de las formalidades de las escrituras públicas-, “una parte importante de las tareas notariales se vislumbran como difíciles de fiscalizar”.

Como ejemplo, menciona la adecuada verificación de identidad de un firmante, que -a juicio de la institución antimonopolio- “requiere un trabajo cuasi etnográfico, esto es, estar físicamente presente para observar la labor que realiza el notario”.

Así, “se vislumbra que una adecuada fiscalización de esta actividad económica requiere de un regulador que tenga la capacidad de dedicar una cantidad importante de tiempo a su labor”.

83% nunca ve al notario

Para estas conclusiones, la FNE realizó una encuesta a partir de la cual podrían suponerse, dice el informe, ciertas situaciones irregulares. “Pareciera que el notario, en general, no presencia la firma de muchos de los documentos que se suscriben en sus dependencias, lo cual constituiría una irregularidad, puesto que, la ley le encarga a éste hacerlo personalmente, y no existen reglas que le permitan delegar esta tarea a un funcionario de su confianza. De hecho… un 83% de los clientes que asisten a una notaría nunca tienen contacto directo con el notario, por lo cual mal podría este personalmente haber verificado su identidad o presenciado la firma de un documento (no ocurriría, el ‘firmó ante mi’)”.

Una dificultad adicional para fiscalizar adecuadamente la actividad notarial se relaciona con las boletas que se emiten. “No existen normas que obliguen a estandarizar las boletas, dice la FNE, por lo cual una revisión física de las mismas permite concluir que las glosas contenidas en ellas son muy variadas –incluso para un mismo trámite-, y que, por lo tanto, una fiscalización sistemática del mercado en base a ellas es imposible”.

Además, detecta la institución fiscalizadora, muchas de las boletas son escritas a mano “y en muchos casos contienen glosas ilegibles”. De acuerdo con el estudio, un 21% de las boletas ni siquiera tienen una descripción del servicio, es decir, están sencillamente en blanco, o son ilegibles o llevan una glosa genérica que no permite identificar el trámite, tal como “servicios notariales”. “Todo lo anterior lleva a concluir que una revisión de las boletas no permite… evaluar si se cumple o no con el arancel”.

Fiscalización “menos intensa de lo que podría ser”

El informe de la FNE revisó las hojas de vida y las calificaciones de 19 notarios de Santiago. Su conclusión respecto de esta muestra es que “la fiscalización llevada a cabo es menos intensa de lo que podría ser”.

De hecho, en el período 2016-2017, sólo hay tres medidas disciplinarias: dos son solo amonestaciones privadas (por “no llevar el Libro de Repertorio con la rigurosidad que exige la ley” y por “falta de adopción de medidas de control para evitar la suplantación de identidad”).

La tercera es una censura por “tomar firmas en fichas de afiliación a partidos políticos sin constatar acuciosamente la identidad del firmante”.

Sin embargo, afirma la investigación, “en ninguna hoja de vida revisada se observa anotación alguna en relación al arancel, siendo que la encuesta realizada por la FNE y las boletas revisadas de una selección aleatoria de los notarios encuestados permite concluir, como ya se explicitó anteriormente que, en relación a un número importante de funciones, el arancel no se respeta”.

Una “carga excesiva” para los jueces

Así, la Fiscalía Nacional Económica se pregunta “por la idoneidad del órgano encargado de fiscalizar a este sector económico”, que son las Cortes de Apelaciones respectivas. Señala que se podría estimar que el control de las notarías sería una “carga excesiva” para los magistrados de los tribunales de alzada.

Magistrados no quieren más este “cacho”

Esto está en línea con lo manifestado por el ex presidente de la Corte Suprema. Hugo Dolmetsch, en una sesión de la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados que a fines del año pasado se convocó para revisar este tema: “Una expresión de la Corte Suprema de muchos años ha sido decir: ¿por qué tendríamos que controlar un mercado tan poderoso, tan amplio y tan libre cuando nosotros somos encargados de la jurisdicción? Es decir, se nos entrega el “cacho”. Por eso, toda la vida hemos dicho ojalá que nos saquen de esto, porque no tiene relación directa”.

Así lo señaló, comentando un Acuerdo del máximo tribunal donde se establece que son insuficientes “las acciones de vigilancia, fiscalización y corrección de las que disponen los tribunales superiores en relación con el desenvolvimiento de la función de… los notarios, toda vez que su estructura y funcionamiento, propias de un ente rentable -una empresa-; es decir, la forma en que funcionan las grandes notarias o los conservadores, no condicen con las características de un órgano perteneciente a la administración de justicia, cuyas particularidades alejan las posibilidades de una real efectividad del ejercicio de las competencias administrativa en el ámbito de la inspección y control de irregularidades inaceptables que las Cortes de Apelaciones están en situación de ejercer, y se dispone hacer presente lo anterior a las autoridades políticas y legislativas y comunicarles que este Poder del Estado considera pertinente excluir a Conservadores y a Notarios de entre los auxiliares de la administración de justicia”.

Dado este sentido de que es un negocio privado, Dolmetch dejó la carta lanzada frente a los diputados: “Como es una buena empresa, hay muchas personas –no sé de dónde- que creen que sería muy bueno transformar esto en una especie de compañía de seguros; que fuera una empresa casi concesionada. Porque es un buen negocio, y donde hay plata, tal cual que como ocurre cuando hay queso, hay ratones”.

 

Alvaro Medina

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