El cambio conceptual (de seguridad ciudadana a seguridad nacional) en un líder de izquierda woke conlleva un riesgo mayor que en un presidente de cualquier otra tendencia, dice el columnista José María Vallejo.
Por José María Vallejo.- Es una señal preocupante que un Presidente de denominación progresista o de izquierdas convoque al Consejo de Seguridad Nacional (Cosena) para obtener asesoría en torno a la delincuencia.
Primero, porque se supone que cuando una persona o una coalición postula a gobernar el país sabe lo que se debe hacer para gobernar. Por algo postula. Si uno quiere acceder a un puesto de gestión pública, en teoría, debe saber qué políticas debe desarrollar, qué estrategias debe ejecutar, qué medidas son las que se deben implementar para solucionar los problemas (los que, suponemos, también saben).
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El convocar un consejo asesor con personeros con los que ya se tienen comunicaciones regulares (presidentes de las ramas legislativas, del Poder Judicial, comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y de Orden, Contraloría General de la República), implica la aceptación de que no se sabe qué hacer. Es admitir que institucionalmente necesitas del consejo de otros.
Pero, quizás más importante desde el punto de vista conceptual, es que convocar un Cosena para este tipo de problema social significa elevar de categoría a la seguridad ciudadana hasta el punto de considerar que estamos en un punto en que se pone en riesgo la estabilidad institucional o de la nación en su conjunto.
El cambio conceptual en un líder de izquierda woke conlleva un riesgo mayor que en un presidente de cualquier otra tendencia. Porque al instalarse en él la idea de que es el país el que está en peligro, podría trepar con facilidad hacia la noción de que es su misión llamar a las fuerzas militares para contener la amenaza a la seguridad nacional. Más aún, aleonado por líderes locales (como el alcalde de Estación Central) cuyo nivel de histeria crece en un año electoral.
Más peligrosa aún es esta señal cuando la noción de que debía convocarse a un Cosena parece haber surgido como una epifanía, pues hace solo un mes era una idea rechazada por La Moneda y execrada por el mismo Boric cuando era diputado.
La izquierda más dura del gobierno (Partido Comunista y Frente Amplio) ha rechazado en primera instancia la convocatoria. El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), un organismo dominado por ese sector, también ha manifestado su desconfianza.
El haber dado el paso de considerar la delincuencia como un problema de seguridad nacional ya abrió la puerta a la necesidad de considerar “enemigos”, un algo externo que nos amenaza. El paso siguiente es la estigmatización y culpabilización, particularmente de los extranjeros que entran en tropel y sin control por nuestras porosas fronteras. El “enemigo externo” que ya tenemos dentro de nuestras fronteras.
Es preocupante este cambio conceptual, y puede crecer como una bola de nieve.